No es una novedad que la Ciudad de México sea el blanco de una serie de marchas y de plantones indefinidos pues bien siendo la capital de nuestro destartalado país resulta evidente que se concentre aquí toda la población que se encuentra en descontento con la situación actual, bajo la protección de la constitución que avala el derecho a la libre expresión y manifestación de inconformidad de los trabajadores. De hecho, de no haber movimientos de este tipo, ya no sería “La Ciudad de México”, perdería parte de su esencia pues son tantos los inconformes que hasta nos hemos acostumbrado a que siempre haya tráfico, a los contingentes, al amarillismo radical de los medios de comunicación, a que todo aquél que lleve “la contra” sea tachado de revoltoso… en fin todo indica que nos hemos acostumbrado a vivir en un país fragmentado, politizado y roto.

Muestra de esto ha sido la llegada de la Coordinadora Nacional de Trabajadores  de la Educación cuyos integrantes exigen la derogación de la reforma educativa pues dentro de la propuesta, fuera del hecho de si quieran ser evaluados o no, se encuentran una serie de modificaciones a los artículos 3° y 73 constitucionales que, según se dice es la causa principal de descontento en el magisterio. No obstante, existen muchos elementos en el trasfondo de esta lucha que no sólo recaen en lo educativo ya que desde que inició del presente sexenio se han liberado una serie de Reformas que han causado conmoción a nivel nacional. Partiendo de la Laboral que cerró el mandato de FCH ahora se suman la educativa, la energética y la hacendaria.

Ahora bien, hablemos del papel del universitario en esta lucha pues es la centralidad de la presente entrega (ya hablaremos después de política). Como sabemos, debido a que el pasado 13 de Septiembre los maestros fueron desalojados y <<reprimidos>> del zócalo de la ciudad, se convocó a una serie de asambleas entre los estudiantes de diversos planteles con la finalidad de determinar el tipo de apoyo que se les brindaría a los maestros. Se decidió hacer un “paro” –suspensión de actividades académicas y administrativas- en 15 escuelas, donde figuran la UNAM (las facultades de Filosofía y Letras, Economía, Ciencias Políticas y Sociales, FES Acatlán, así como algunos planteles  de nivel medio superior), la UAM (Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco), la ENAH y la UACM. El objetivo de realizar un cese académico es demostrar la sociedad se encuentra cada vez más inconforme ante las decisiones tomadas por el Estado, la tirada era que el movimiento fuera a escala y que de manera progresiva se llegará a un “Paro cívico nacional”, que  demostrará que la unión hace la fuerza y que el pueblo mexicano por fin ha despertado del letargo intelectual en el que ha vivido tanto tiempo.

Sin embargo, actualmente ya no se puede proceder con los mismos mecanismos de antaño, porque la sociedad ha cambiado y lejos de unirse –aliarse- para luchar por sus derechos, cada vez se distancia más de un ideal de cohesión. La polarización de posturas e ideas es evidente y a todo nivel y si no estamos seguros de esto, basta entablar una conversación acerca del rumbo que deberá tomar el país para que el mundo arda, pues lejos de que se tenga una afiliación política o no, todos estamos en pleno descontento con el gobierno y tenemos mil y un ideas para el progreso de México pero ¿Qué hacemos en realidad?

Menciono que las cosas no se resuelven igual que antes porque no podemos esperar que los métodos que fueron efectivos –si es que en verdad lo fueron- hace años, sigan generando el mismo impacto. En este caso me refiero a que las Universidades tomaran la decisión de irse a paro durante 48 hrs para demostrarles a las autoridades gubernamentales su alto grado de indignación e inconformidad ante los recientes eventos. Pero detengámonos a pensar –reflexionar-  en la situación ¿Será que con cerrar las aulas y no asistir a clases la lucha magisterial cambiara de rumbo radicalmente y la reforma educativa ya no proceda?; ¿será que si los estudiantes no van a la escuela por tan sólo 48 hrs de pronto la población en general se volverá solidaria con ellos? O tal vez ¿será que la estulticia generalizada será erradicada? No. Sabemos que no es así, y que irse a paro es un acto meramente simbólico para con el magisterio pero, es verdad que existen grupos extremistas que con base a la “política del megáfono” pretenden convencer a los <<compañeros>> de que su ideología es la verdadera salida a la múltiple problemática en el país.

Sin darse cuenta, o tal vez con toda intención, utilizan el tipo de recursos y estrategias que usualmente critican (sobre todo porque algunos son usados en la clase política): memorizan frases revolucionarias ya trilladas que toman como estandarte de su causa y que utilizan para “concientizar” a la gente, hacen performances en el transporte público que lejos de crear consciencia, infunden miedo entre los pasajeros, “aplican” el poder de sus teorías hacia una “praxis” que en realidad no progresa, reproducen discursos demagógicos que apelan al sentimentalismo universitario… todo esto para conseguir que una mayoría se “solidarice” con los <<compañeros maestros>> y de no lograr su objetivo, es decir, si no estás con ellos es que estás en su contra. Te otorgan calificativos como conformista, derechista, defensor del imperialismo, capitalista resignado (como si este grupo no vivirá dentro del sistema) e incluso ¡traidor a los ideales universitarios y hasta de la patria!

Me parece que esto explota fuera de proporción. Estas disputas que fueron claramente perceptibles durante las asambleas universitarias, son tan solo el reflejo de un país que nunca ha definido cuáles son sus aspiraciones de crecimiento a nivel económico, político, social y cultural y bajo esta desoladora verdad los universitarios confunden la crítica social con la militancia política. Dos términos que pudieran parecer lo mismo pero no es así. Y lejos de que veamos que existe un puente que una, la academia con la praxis o en éste caso, la política. Nos situamos en un incómodo punto medio donde no sabemos qué es lo mejor para nosotros tanto como individuos como miembros de una misma sociedad.

En fin, sabemos que nuestro país se encuentra en una situación de inconformidad perpetua donde la apatía para hacer un cambio práctico se ha convertido en una patológica desidia ante nuestra realidad. Hemos llegado al punto donde todo nos parece malo pero igual no hacemos nada. Nada que rebase las acciones simbólicas, como el paro, que lo único que generan es que la idea generalizada  – y difundida por los medios de comunicación- de que el universitario es un vago que “pretexto quiere“para no ir a la escuela, siga creciendo de la misma forma acendrada como hasta ahora.

Y si tú eres de esas personas que buscan “hacer la diferencia” por qué no inicias haciéndote responsable de tus actos y de tu vida en general, deja de buscar culpables para tus problemas y haz frente a lo que te toca pues cómo es que exiges que no haya corrupción si cuando te van a multar le das al oficial pa´su chesco, cómo es que pides que respeten tu libertad de expresión si cuando alguien te contradice lo descalificas de inmediato, cómo esperas que los niños –tus hijos- sean la generación del mañana que cambie la situación, si tú no te involucras en su educación y desarrollo. Recuerda, el verdadero cambio viene de nosotros.