La cámara es parte de mi vida cotidiana, como hablar, comer o tener sexo.

                                                                                                            Nan Goldin.

Una de las necesidades primarias de la fotografía es tratar de retener los momentos, encapsularlos en el tiempo para poder recordarlos una y otra vez. La foto es una expresión nostálgica que en ocasiones va tomando más importancia con el transcurrir de los años. Se vuelve parte de la memoria pues es el registro de nuestras vivencias. Por eso es que hay quines la utilizan como un diario en el que  guardan todo aquello que representa su experiencia. Nan Goldin  podría ser el mejor ejemplo de una artista  utilizando la cámara como una pluma para escribir su biografía.

Greer and Robert on the bed, NYC 1982 by Nan Goldin born 1953

Nacida en Washington D.C en 1953 y criada en Boston, proveniente de una familia de clase media bastante estricta en donde la importancia de la educación académica era un valor primordial, Nan Goldin nunca estuvo de acuerdo en seguir el camino que sus padres esperaban para ella. A los 15 años  después de haber abandonado la secundaria entra a la  escuela de artes experimentales “Satya Community School”  en donde tiene su primer acercamiento con la fotografía. Si bien Goldin siempre sintió gran interés por captar los momentos a través de una cámara, el suicidio de su hermana Bárbara es uno de los principales detonantes para que comience  a registrar su vida a través de la imagen fotográfica. A los 18 años comienza a captar el mundo con sus propios ojos, un mundo lleno de excesos y rebeldía al margen de la clandestinidad del que ella misma forma parte directamente. En aquella época le cautiva el desparpajo de las Drag Queens y comienza a rodearse de quienes serian los personajes de sus fotos, pero también sus amigos de toda la vida, su verdadera familia. Acude a los  lugares más subterráneos de Boston, bares de mafiosos irlandeses quienes le permitían tomar fotos todas las noches. Daría inicio entonces el diario visual de una joven que a finales de los 70´s  se muda a Nueva York para vivir al límite en una ciudad azotada por la heroina, en donde el descontento  del punk se generaliza y los estragos de  Vietnam se perciben en cada esquina. Acompañada de su cámara, aquel artefacto le sirve para hablar del dolor y la violencia del mundo subterraneo.

El trabajo de Nan Goldin podría emparentarse con la fotografía documental, pero sin embargo ningún tipo de etiqueta podría definir por completo lo que hay en cada una de sus imágenes. No hace falta pensar en géneros o estilos, lo que la fotógrafa pone en evidencia es su vida, su propio dolor al desnudo, convierte la foto en su estilo de vida y su estilo de vida en una foto. Su trabajo es tan honesto que sufre las transformaciones que la misma autora sufre. Desde el abismo de la adicción al alcohol y a la heroina, hasta el descubrimiento literal de la luz después de un tratamiento de rehabilitación, y digo literal por que la foto de Goldin se divide en la parte oscura; aquella en la que fotografía de noche las juergas, y la parte en la que sale a fotografiar la luz del día después de haberse desintoxicado. No hay puestas en escena ni tomas planeadas, capta a sus amigos antes y después de hacer el amor, inyectándose, sufriendo o riendo, sus tomas son descompuestas, desenfocadas, pues ella misma dice que en ocasiones estaba tan ebria como para lograr enfocar las imágenes. Sus fotos lastiman tanto como los golpes que recibió de  aquel amante también adicto a la heroina. Pero Goldin no puede callar prefiere mirar de frente y posar ella misma ante su cámara para escupir su dolor. Aunque no todo es sufrimiento, en su trabajo es recurrente encontrar a sus amigos y amigas, a sus novios y novias que a pesar de sus vidas tormentosas la miran a ella, a su cámara que son sus ojos para son reír para expresar la alegría de estar justo en ese momento. Goldin no quiere dejar que escapen como escaparon todos esos instantes que vivó con su hermana.

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Alcoholica, bisexual, toxicómana, Nan Goldin es una fotógrafa que posee el transcurrir de su vida en imágenes, interesada en algún momento por la fotografía de modas lleno las paginas de diversas revistas con transexuales adictos que desafiaron el estereotipo de las top models. Su mundo no está en un estudio fotográfico, su mundo es el real, aquel que observa cada mañana al despertar a lado de la mujer que amó alguna vez. Goldin no necesita manejar a sus personajes por que ellos están actuando como en realidad son, como en una película del cineasta John Cassavetes, todo es tan trivial que no hay por que pensar tanto. La fotografía no es como muchos dicen su forma de vida, la fotografía es su vida misma, la manera de darles voz a sus amigos que al igual que ella, han vivido  marginados por la sociedad.

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Actualmente Nan Goldin es profesora y ha dedicado gran tiempo a la docencia en escuelas tan prestigiosa como Yale en su Boston natal. Después de desintoxicarse sufrió una recaída la cual pudo superar y desde 1991 permanece rehabilitada. La honestidad y la crudeza de sus fotos le han merecido ser reconocida con el premio Hasselblad, uno de lo premios más importantes en el mundo fotográfico. Su serie más conocido lleva por titulo “La balada de la dependencia sexual” que consta de las primeras imágenes de su carrera las cuales a finales de los 70´s presentaba en foros subterráneos en formato de audiovisual, musicalizado por una banda en vivo. Destacan también la balda desde la morgue en donde aborda otra gran problemática de que afecto severamente a su generación; la epidemia del VIH.

El trabajo de Nan Goldin es esencial para comprender la fotografía como un medio artístico en el que la experiencia alimenta la creación y la vivencia es la sustancia de la que el artista invariablemente nutre su inspiración.