Tic, tic, tic, tic, tic; el maldito sonido que hace el segundero del reloj frente a tu cama, (que es viejísimo, que no te gusta, pero que lo conservas porque tu abuelo te lo dio justo antes de que muriera) no deja que te duermas, o al menos a eso le quieres echar la culpa de tu insomnio; pero no te engañes, eso no es lo que te impide dormir. Pensar que tienes 40 años y vives y sigues solo, que eres tan jodido que ni para comprarte dinero te alcanza.

Tic, tic, tic, tic;  los segundos siguen pasando y tus ojos se cansan, se entrecierran, estás a punto de quedarte profundamente dormido y cae en tus pensamientos, como un rayo, su rostro, el rostro de tu amada Rebeca. Ese rostro te deja más que despierto, sientes que puedes rosar su piel suave, olerla, verla a los ojos; tras estos pensamientos te frustras, te dan ganas de llorar, de abrirte el pecho y sacarte el corazón para no quererla, te mueres de ganas que sea tu mujer, pero bien sabes que eso no pasará en esta vida, ni en otra.

El llanto te venció, y tus ojos empapados no paran de emanar lágrimas, te pendejeas, no puedes creer que esta quincena no te alcanzará para ir al “Golden” y poder ver a tu adorada Rebeca, no te alcanzará para pagarte una noche con ella, tu miserable salario te vuelve miserable, no te permitirá jugar a la felicidad este fin de semana. Este fin de semana en lugar de gozar del sexo de Rebe, estarás formado en una cola del banco quien sabe cuántas horas, para poder pagar tus deudas, que no sabes cómo las adquiriste , puesto que no tienes nada, salvo eso, deudas.

Tic, tic, tic, tic; ya la noche se está terminando, unos minutos más y el sol saldrá a avisarte que es hora de comenzar tu miserable vida, que te alistes para salir al trabajo que tanto odias, que es hora de que te apresures, que enciendas el motor de tu carro y que conduzcas a cualquier lado, menos a donde tú quieres ir, tic, tic, tic….