Todo (que) es nada y nada (que) es todo.

Trenzado el cabello, ése, resguarda la pena entre el ligamento del mismo, brillo a ojos secos, nudos a obstrucciones, facciones sin verdaderas expresiones, diálogos carentes de auténtico contenido; un cuatro por cuatro acoge verdades infinitas, frascos sin comprimidos, alma desprendida; errar, a veces eso es, efímera ficción, una (un) mañana revestido por la naciente luz de día; cuan alborotado cabello, utopía, propósito, aún mejor acción que es liberación.

Querido cuan lejano: Nunca he terminado de comprender cómo es que se puede conservar cierto recuerdo, cierto miramiento, un gran amor y la esperanza de miles de cosas; siempre tuve la sensación de afecto, la cual ha sido maravillosa. Suspiré profundo, “mis” manos exudaban y vibraban, los poros liberaban lo mejor de sí, las piernas temblaban, me dolía el estómago, un hueco grandísimo se expandía por todo el cuerpo, no existía, no pensaba, no comprendía; así sucesivamente, por mucho tiempo, en sí, por días, por noches, segundos, minutos, horas, instantes, meses y años.

Torrentes y brizna de aire denso estrujado y revoloteador, entre las paredes corpóreas, sanguíneas y de la testa, mezclan colosales y definidos pensamientos, una completa mixtura de relevantes proezas transformadas en ornamentales emociones, algunas veces tan frías, otras simplemente ardientes; eso sí, jamás tan convenientes, eso dice él, “mi” terapeuta, neutral, reacciones controladas, abrupto e irreconocible, abnegación sin confusión, inclinación, fricción entre la rótula y la carnosidad, contacto con la tierra, a rodillas se manifiesta, no es rendición; aceptación.

A través de la experiencia uno va comprendiendo respecto las cosas más extrañas de la vida, acepta, retoma y cierra ciclos; me cansé de guardar esa expectativa la cual aquel jamás alimento; aunque siempre desee lo hiciera, no le culpo, no toda cosecha se da como debiera o por lo menos como uno quisiera; mas en “mi” la creencia germinó, pese el hartazgo, la polarización de sentimientos, el misticismo implantado, las miradas, aquella perspectiva, el panorama, la perla del tricéfalo, sentimientos reposados yacieron justo ahí, allá, acá. A dulces de menta, efervescencia en la punta de la lengua, inhalaciones frescas, nubes cubiertas de lana, algodones esponjosos, sueños marrones, burbujas de aire, camino y es sentimiento, trayecto y es emoción, aventura y es culminación.

Sin importar, sé amaré, sé querré y existirá. Sí algún día insistí, quería saber, confirmar, entender: qué sería, cómo sería; ahora lo sé, es permitir, es liberarse, dejar ir, desprenderse, crecer, asumir, experimentar, vivir, perseverar, valorar, disfrutar, purificar, inhalar para así exhalar. Adoro ser, es el sentido y la esencia que ha marcado parte de “mi” efigie, del matiz, de la esencia, de los millones de errores, de las mil frustraciones y miedos; pero también, del ser honesta, sin tapujos ni prejuicios, libre, autosuficiente, plena, entera, simplemente eso.

La configuración que es construcción, como los silogismos pero ante la vida misma, fomentos y fragmentos extraídos, análisis, lucidez y agudeza, el vaivén de la vida, un justo estallido del sentir, aún mejor, el cuidado de las sensaciones, amargas dulces, ingeridas digeribles, a trote para paso retomar al postergo del agotamiento, es el detenerse para mirar(se), observar, asir y embriagarse de la vida misma, finalmente comprender: uno elevado a sujeto, desplazado del continuo, habitual, creído y abyecto supuesto, ese era objeto, aquel era ayer; sépase vigente, se es sujeto.  

P.A.U.