“Cuando la inspiración no me encuentra,

hago medio camino para  encontrarla”.

Sigmund Freud

Para Marta Silvia Solís Valdez, con cariño, quien fuera mi medio camino en esta ocasión.

 

Sube por la punta de los pies hasta llegar a la testa, se impregna y revolotea, convulsiona al alborotar “mis” sentidos; olores cosquillean la cavidad nasal; pinturas retenidas en la pupila, contraída por la virtualidad de los colosales colores  y “violentas” imágenes que se reproducen constantemente, pues éstas, van y vienen; se humedecen las paredes de la boca, olfativamente estimulan la sensación de estar gustando, sabores previos, percepciones precedentes, de experiencias muchas, de gustos interminables, así como de agrias aventuras para el gusto;  de mil formas y texturas el mundo se vale, “mis” manos nerviosas exudan conmocionadas por el advenimiento de nuevas aventuras, por el arribo de sensaciones ajenas; son muchos los silencios prolongados cuando el mundo es “mío” y de nadie más, de pronto, pero muy de pronto, sigilosos cantos excitan los tímpanos, son el cantar de los arboles al soplar y alborotar la cabellera; son el chiflido de pájaros al son del crepúsculo después de largas jornadas en vela, “me” recuerdan el inicio de cada una de las mañanas, trompetas, guitarras, violines, pianos, acordeones, flautas, tambores, entre otros, son la orquesta manifiesta de vez en vez en la cabeza.

“Me” posee de manera envidiosa, puesto que, margina otros aconteceres, dirección, espontáneos estruendos que enchinan la piel, la sensación del estallido hace de “mi” una atenta persona. Algunas veces por cuestiones más allá de las expectativas se mueven las perspectivas; otras veces, el desfallecer; las añoranzas en ocasiones parecen ser más de lo que alientan otras ocupaciones, de primacías a jerarquizaciones se valen “mis” preferencias; la voz fantasmal en “mi” cuerpo cohabita, al anticipar (me) el arribo de “otros”, advierte (me) de “eso, aquello y lo otro”.

Carezco de lógica en las numeraciones, “soy” pasiva, “mala” en la retórica y la presentación ante los “demás”, prefiero hablar, “hablarme”, “entiendo” a los demás regularmente; en ocasiones los sonidos son “mi” mundo. “Esa” es “ella”, “aquella”, “él”, “aquél, “ese”, “es”; “Yo”; como también, viceversa. “Me” adapto, al igual, en ocasiones me excluyo, de ambientes y contextos según sea el momento, pues he “aprendido” no todo está “bien”, juicios de valor, códigos éticos y morales, adquiridos con el paso del tiempo, “juzgo” por percepción, “me” juzgan por múltiples etiquetas en reproducción, despotrica la cabeza bicéfala a “mis” espaldas, a ello, también, he aprendido a sobrellevarlo.

De “mi” niñez al aquí y ahora, un pretérito “me” acompaña, un presente me pulsa, un futuro me llama. Una serie de fotografías al cerrar “mis” ojos invade, paisajes, colores, olores y sabores reales aunque inexistentes materializaciones, conducción y estimulación; de muchas imágenes “mi” trayecto se simplifica, “me” reivindica, “me” son, como otras veces no. Continuo, persevero y aprendo, a través de la ingesta, digestión y resalto por excreción, todo depende de la demanda; pues al mundo pareciera hay que complacer, o no. Retomo lo que “quiero” de la caja llena de información, olvido por bloqueo y “me” mermo, o recupero por insistencia lo justo e inmediato. A todo ello, a la inversa, pues no “soy” “todos” ni “todos” son “yo”.

P. A. U.