No es fácil escribir sobre uno de los autores más importantes de Portugal, para muchos, como lo fue José María Eca de Queiroz, quien nace en 1845, en Póvoa de Varzim, y muere en París, en el año de 1900. José María fue considerado uno de los escritores más realistas de Portugal del siglo XIX, y quizá ustedes tengan mayor referencia de él, por la adaptación cinematográfica de una de sus novelas: «La muerte del Padre Amaro», con Gael García y otros actores de renombre. Sin embargo, hoy comentaré una de sus obras póstumas que nada tiene que ver con tales asuntos. El libro en cuestión, es de Ediciones Botas, México, y fue publicado en 1947; traducción y notas de Pedro González Blanco: «Eca de Queiroz, Póstumo». La obra es:

Leyendas de Santos
I
San Cristóbal

Según nos plantea Fernando Savater en la Tarea del héroe; el héroe es quien logra ejemplificar la virtud a través de su acción como fuerza y excelencia, así que la virtud para el héroe, viene a ser su mejor logro; la acción más grande de la que un hombre es capaz. Luego entonces, el héroe simplemente hace lo que hace porque es lo correcto; y con sus acciones más que con sus palabras nos da muestra de ello; así, a través de San Cristóbal, José María, nos deja ver, a un héroe, en el sentido del que habla Savater. Eca de Queiroz, nos muestra a un niño que nace como monstruo deforme, que será con el tiempo, ese ejemplo de virtud y modelo de héroe.leyendas-de-santos-i-san-cristobal-j-m-eca-de-queiroz-23054-MLM20240262113_022015-F[1]

Me impresionó muy gratamente esta novela en la que Eca de Queiroz, de entrada nos transporta a una época de cantos de calandrias y bosques con aroma a madreselvas y flores; de ahí, nos va llevando a través la ternura y el sabor de esos días cándidos e ingenuos hacia lo oculto; hacia el lado oscuro del hombre, a través de su héroe, una criatura, que antes de nacer, es anunciada por medio de un ángel, a su padre; así como le fue anunciado el nacimiento del mismísimo Jesucristo a María… El humilde leñador, progenitor del niño, duda; no, eso no podría ser, no habría ningún motivo para tal hecho celestial, para con él y su esposa; así, ese padre incrédulo, busca una explicación para tales visiones, y al ver la luz su hijo; el leñador corrobora la falacia de lo que creyó le dijo un ángel… El nuevo ser, nace deforme, con un mutismo casi insoportable para sus padres… La historia da luego, una vuelta de tuerca, conforme vamos avanzando en la lectura. El autor, nos transporta a escenas apocalípticas, de hambre, de pobreza, de cadáveres y muerte, que me parecen magistrales porque la técnica de Eca de Queiroz, va como un río suave que de pronto nos enfrenta a la voracidad de sus turbulencias, sin que se pueda dar uno cuenta, del cómo en un instante llegó a ellas, ni hacia dónde nos dirigen.

González -Blanco, nos da una fuerte y verdadera idea sobre el personaje de Cristóbal y de sus vivencias: «el destino de Cristóbal es humano, de honda ternura social. Lo que el Santo sufre, es el resumen de lo que sufren los que aman, los que batallan por la felicidad inútilmente. Lo que el santo realiza, en ese vagabundeo de ternura y servidumbre, es el destino de todos lo errantes, de todos los anónimos, de todos los perdidos e ignorados…» Luego, nos afirma: » …su prosa es intensa, plena de dramaturgia y vigor, elástica, castiza, dulce y llena de intensidad descriptiva, realidad y expresión.»

Sin más, queridos lectores, creo que si se animan a leer tan maravilloso libro, Leyendas de Santos I San Cristóbal, quedarán poderosamente impresionados, del cómo una obra en apariencia sencilla, puede decir tanto, a través de un impecable uso del lenguaje y una técnica única, de tan singular autor: José María Eca de Queiroz.