La soga que ata tus tobillos
y te ancla a una realidad
que te han hecho creer,
poco a poco va atando todo tu cuerpo
hasta que consigue atrapar tus pensamientos.
Entonces sucede que dejas de mirar al cielo,
que las estrellas te han dejado de interesar,
que ya no pides más deseos,
que has dejado de escuchar
las voces que te guían para despertar.
De pronto dejaste de interiorizar,
olvidaste el nombre de aquel amigo que solías imaginar,
que te acompañó mientras dormías,
soñabas, reías, llorabas, creabas,
ese amigo, que si lo buscas, lo encontrarás.
Has crecido, y te han hecho creer
que madurez es olvidarse de aquel niño,
que es mejor dejar de creer,
que la magia no existe y que imaginar
no es sino sólo una pérdida de tiempo.
Existe una voz que quiere ser escuchada,
nuevas lenguas que quieren ser descubiertas.
Tal vez sea el momento de dejar de ir en sentido correcto,
es momento de experimentar los modos del alma,
volar como el viento, mirarse con calma.
Existe una voz que te susurra antes de ir a dormir
que no te duermas, que no olvides,
que sueñes con los ojos abiertos
y dejes de buscar fuera de ti
todo lo que en realidad siempre has llevado dentro.
M.A.Z.