«Yo creo que cualquier película, hasta la más falsa, puede tener una enseñanza»

Jorge Ibargüengoitia

 

Contrario al desbordado optimismo de varios de sus pregoneros, a partir del análisis de discurso cinematográfico, examinaré cómo la película Nosotros los Nobles (sic), opera prima  de Gary Alazraki (2013), nos evidencia cómo un conjunto específico de realizadores (director, productor, guionista, fotógrafo, actores y especialmente un experimentado equipo de publicidad) construyeron una maniquea y, por ende, falaz manera de representar algunos aspectos de la sociedad mexicana, pero curiosamente con un éxito desbordante en términos taquilleros

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Ahora bien ¿Cómo leer el abrumador éxito económico de la película? Los motivos son variados pero subrayaré los más importantes:

1. La película es un refrito de El gran calavera (1949), una obra de mayor calidad, con un muy bien logrado guion de Luis Alcoriza (futuro gran cineasta); con actuaciones más convincentes y menos maniqueas; con notables estrellas fílmicas de la época ―como los hermanos  Fernando y Andrés Soler― y que fue dirigida por uno de los más grandes cineastas de culto y uno de los máximos genios de la cinematografía mundial, Luis Buñuel.

2. El género de la comedia ligera, más cercano al estilo de las conservadoras y sentimentaloides series y películas estadounidenses, que al crudo discurso fílmico de obras de gran calidad como la recién premiada en el Festival de Cannes, Heli (2013), de Amat Escalante o El violín (2006, Dir. Francisco Vargas), películas que retratan con realismo y notable calidad fílmica, las múltiples adversidades de un país como el nuestro, sumido en la violencia, la inseguridad y atribulado de problemas sociales, económicos y políticos.

3. La razón principal del poder de convocatoria de Nosotros los Nobles, es la relevante campaña publicitaria de la película con una sólida estrategia de mercado en distintos espacios mediáticos (prensa, radio, televisión, internet y redes sociales) que generaron una amplia expectativa del filme, no obstante el poco reconocimiento del público de los protagonistas que representaron diversos estereotipos como el “mirrey o fresa”, la “lady o princesa” o el “hipster”, así como los pobres o “proles” ―como con sinceridad y cinismo denominó Paulina Peña a los sectores que no simpatizamos con su progenitor, entonces candidato, hoy presidente y por lo que sabemos y comprobamos frustrado lector por siempre―.

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Así Gary Alazraki, hijo de Carlos, el connotado publicista, ¿conductor? de televisión, y un declarado priísta y americanista (partido y equipo a los que tiempo atrás elaboró campañas polémicas  y anodinas)  y nieto del notable cineasta Benito Alazraki, creador de la loable Raíces (1953), se respaldó en el trabajo de una eficaz compañía publicitaria que con acierto exploró y explotó los gustos del público mexicano para construir una película menor, en términos de calidad cinematográfica y estética, pero con notables aciertos en el concepto de hacer sumamente rentable y comercial a dicho filme

En este sentido, resulta digno de análisis como obras más cercanas a la publicidad que a los propios valores estéticos que deben permear en toda obra cinematográfica, puede tener mayor éxito económico y comercial que obras de realizadores más comprometidos con su quehacer fílmico.

Así, podemos apreciar cómo las circunstancias cambian en función, de los espacios y las temporalidades ya que, por ejemplo, si en un primer momento la cinta El gran Calavera, fue una obra por encargo con la que pudo sostenerse económicamente Luis Buñuel, el director aragonés no cedió a la fácil tentación de elaborar una cinta comercial, sino que supo imprimirle a su obra, peculiaridades que distinguieron su vasta cinematográfica  (la siguiente película que Buñuel filmó fue su obra cumbre Los olvidados). Pero en el contexto actual, Gary Alazraki, lo aprovecha para construir una obra maniquea, conservadora y estereotipada que utiliza el discurso sentimentaloide del acercamiento de las brechas generacionales, la familia y del valor del trabajo en un país con notables tasas de desempleo.

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En resumen, más allá de intencionalidades artísticas, estéticas y comerciales que conlleva en su interior, el cine resulta un importante mecanismo para examinar diversos elementos que conllevan un metadiscurso de estas características (compuesto por diversos discursos: música, fotografía, guion, etcétera), sino cómo esta particular representación artística nos permite a través de distintos géneros (comedia, melodrama o tragedia)  acercarnos a las formas distorsionadas o críticas de representar la realidad.