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Desde que anunciaron el lanzamiento del Grand Theft Auto V, videojuego que siempre ha sido motivo de controversia por el ensalzamiento del crimen que algunos sectores de la sociedad perciben, supe que había otra cosa que se avecinaba: el interminable debate sobre si los videojuegos nos hacen violentos o no.

La industria de los videojuegos, como cualquier otra industria relacionada con el entretenimiento, ha sido blanco de organizaciones y personas que, en aras del mejoramiento de la humanidad, critican los contenidos y el hecho de que estén disponibles para todos. Lo que olvidan estos defensores de las buenas costumbres es que éstas empiezan en casa y con buenos ejemplos, y que ver la televisión, así como leer, son actos que implican voluntad y que generalmente nuestro primer contacto con la violencia es en el hogar.

Uno de estos personajes es el abogado estadounidense Jack Thompson, quien, a lo largo de los años se ha dedicado a presentar estudios basados en el conductismo, que demuestran que las personas sienten satisfacción cuando realizan acciones violentas dentro de los videojuegos, lo cual los lleva a querer reproducir esas acciones en la vida real. El activismo de Thompson se enfocó en Rockstar, compañía productora de los juegos de la serie Grand Theft Auto, así como el juego Bully, que narra las aventuras de un estudiante que, entre otras actividades, escala dentro del submundo de su escuela, hasta volverse el más temido o respetado. 

Muchos de nosotros tenemos una opinión al respecto de lo que nos gusta ver o no en televisión o algún otro medio, pero lo mejor es que tenemos la opción de elegir qué ver. Nos podemos quejar de que las compañías producen juegos cada vez más violentos que desensibilizan a la juventud, sobre todo a nuestros niños, quienes están a merced de estos juegos e imágenes violentas y sangrientas, las cuales ocasionan que ellos quieran revivir esos momentos golpeando a sus compañeros o siendo agresivos con el medio que les rodea. Pero eso sólo demuestra que, para variar, dejamos de lado nuestra responsabilidad como padres y preferimos culpar a los medios de lo que no podemos controlar. O al menos eso creemos.

¿Sabían que los videojuegos tienen un sistema de clasificación similar a de las películas? ¿Lo han visto? ¿Les importa? Asumo que sí a todas las anteriores, pero de todas maneras les hablaré de él. existe una organización llamada ESRB (Entertainment Software Rating Board) que se encarga de clasificar los videojuegos por su contenido y agruparlos en categorías por edades. Esta clasificación es impresa en las cajas de los discos físicos o en la descripción, si el juego se vende en formato digital, generalmente es una letra mayúscula que indica la edad y un cuadro que muestra si el juego en cuestión presenta personajes usando sustancias ilegales o realizando actos sexuales.

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Las clasificaciones son bastante fáciles de aprender, aquí las más usadas:

                        Everyone

Everyone (Todo público): Indica que el juego es adecuado para todas las edades, cuando incluye violencia es con personajes caricaturescos. Algunos juegos incluidos en esta categoría son los de la serie Pokémon.

Teen

Teen (Adolescentes): Son juegos dirigidos a mayores de trece años, pueden incluir violencia y lenguaje moderados, con uso de eufemismos (Sustitución o intercambio de  una palabra altisonante por otra de carácter menos agresivo). Algunos juegos dentro de esta categoría son los de superhéroes como el Marvel: Ultimate Alliance

Mature

Mature (Adultos): Esta categoría, como lo indica en el cuadro, es para los juegos dirigidos a jugadores mayores de diecisiete años, pueden incluir violencia muy gráfica y realista, así como temas sexuales y uso de sustancias ilegales. dentro de esta categoría se encuentran varios de los juegos más vendidos de la historia y algunos de los más famosos como la series de Silent Hill y Resident Evil. También los juegos de la series God of War, Gears of War, Halo y Grand Theft Auto.

Esta clasificación generalmente es obviada por los padres, quienes creen erróneamente que las consolas de videojuegos son juguetes e ignoran que el público principal de esta forma de entretenimiento son personas entre quince y treinta años. Lo peor es que muchos de estos padres, al no conocer este sistema culpan a los videojuegos de la violencia que vivimos, cuando deberían asumir el control de lo que ven y juegan sus hijos. Si yo tuviera un hijo de doce años no le permitiría ver Calígula, por lo tanto tampoco le debería permitir usar un videojuego para mayores de 17 años.