Al mirar cualquier foto en donde la imagen es sumamente cuidada, pulcra y detallada, suele salir a relucir la clásica frase: “parece una pintura”.Y es que sin duda la fotografía trata de emular de diversas formas el virtuosismo de los grandes pintores; no podemos negar tampoco que muchas reglas de la composición, sino es que todas y cada una de ellas, se heredaron del arte clásico. Sin embargo en estos tiempos de la saturación tecnológica  parece que es más fácil llegar por medio de herramientas digitales al resultado pictórico de la imagen fotográfica. Desde hace años y sin ayuda de la tecnología digital el fotógrafo Jeff Bark a impregnado su estilo de un sentido tan artístico que en efecto, cuando miramos sus fotos es casi inevitable no pensar por un momento, que “parecen pinturas”

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Pero el resultado al que llegan las obras de Bark no es gratis. Los elementos que conforman sus planos están minuciosamente controlados, ha llegado incluso a construir escenarios para sus tomas, como en el caso de la serie Woodpecker en la cual monto un pantano en su propio estudio. El autor domina el concepto de la fotografía como arte, su expresión busca ser tan estética como las pinturas de Caravaggio. El uso tenebrista de la luz, el manejo casi teatral de los modelos, la composición obsesiva del plano, todo esto conforma el mundo de Jeff Bark en el que se anula el término de fotografía instantánea. Del cine absorbe la importancia de la narrativa en la imagen. Cada una de sus fotos cuenta una historia, sus series  parecen ser secuencias, aunque no pertenezcan a esta forma fotográfica. Los modelos no solo posan, ellos tienen algo que decir más allá de estar frente a la cámara, de hecho Bark silencia la cámara, apenas y se nota, el emplazamiento está tan bien elegido que el artefacto se vuelve invisible. Por eso los personajes muestran su desnudez, su soledad y su locura.

Las escenas  son cotidianas y a pesar de que gran parte de sus fotografías son desnudos, estas ocurren de manera trivial en lugares comunes como pequeños apartamentos. En algunas imágenes de la serie Abandon por ejemplo, parece que los modelos posan de manera involuntaria, están en su intimidad inmersos en si mismos, no voltean para mirarnos de frente,  la cámara no se siente y el fotógrafo aprovecha ese momento en el que el cuerpo está en armonía con el resto de la imagen. Las anatomías de los modelos son variadas, Bark no fotografía solamente los estereotipos típicos de belleza, sino que lo hace también con aquellos que, aunque no son atractivos para el mercado, representan el mundo, lo cotidiano y lo real, pues a pesar de buscar el preciosismo en la imagen, sus fotografías contienen una especie de choque con  la realidad y la crudeza.

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El simbolismo es particularmente importante para Bark, la mayoría de sus fotografías están repletas de objetos que significan y evocan cosas, por ello continuamente recurre al bodegón,  uno de los géneros más utilizados en la historia del arte desde el siglo XVII, para expresar con  mayor libertad el sentido de la composición de la imagen, además de explotar al máximo el simbolismo de los objetos algo que como ya hemos visto, le obsesiona demasiado. En la mayoría de sus series alterna retratos con bodegones que siempre llevan un hilo narrativo. Este recurso le permite insertar objetos que guardan relación con los personajes y aunque estos no aparezcan a cuadro encontramos huellas de la presencia humana. Por medio de naturalezas muertas nos habla de las situaciones de estos, incluso de sus estados anímicos. Flores, animales muertos, frutos, prendas tiradas son los vestigios del dolor humano. La sexualidad, la desolación, la miseria, en fin… temas encarnados con una visión contemporánea que no puede escapar al influjo del arte  clásico.En los últimos años ha recurrido a integrar el paisaje dentro de su estilo, ya no construye sus escenarios al 100% pero sigue manipulando todo lo que aparece en el cuadro y aunque parezca que su foto tiende más a  captar de manera fiel la realidad, esta no deja de ser una puesta en escena en donde se integran los elementos puros de su obra. En la serie “Lucifer Falls” capta imágenes de unas inmensas cascadas que parecen devorar a sus modelos. La presencia humana sigue estando allí pero se pierde en medio del  paisaje, opta más por planos sumamente abiertos, panorámicos en donde se nota que los lugares no le interesan como simples locaciones para hacer una foto de desnudo, esta el cuerpo en una soledad que da calma, que raya incluso en lo espiritual, su foto se vuelve más contemplativa y orgánica, el resultado sigue siendo armónico hasta llegar de nuevo al borde de lo pictórico.

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La fotografía de Jeff Bark representa al hombre moderno pero intenta hacerlo a través de la visión de lo profundamente estético, para ello recurre a su gran conocimiento del arte y plasma sus influencias en cada una de sus imágenes. Es como si los grandes genios del arte vivieran en pleno siglo XXI y tomaran una cámara fotográfica de formato grande como recurso de su expresión, esa expresión que en la mayoría de los casos se obsesionó con lo que le pasaba al hombre de sus tiempos.

Jeff Bark nació en Duluth Minesota en 1963, actualmente vive y desarrolla su trabajo fotográfico en la ciudad de Nueva York. Se ha dedicado en gran parte a desarrollar sus proyecto personales, hasta el momento ha realizado las series “Lucifer Falls”, “ Jesus Kicks Back”,  “ Flesh Rainbow”, “Abandon” y “Woodpecker”. Pero también a creado un estilo en la fotografía de moda, dentro de este medio ha publicando para revistas tan prestigiosas como Dazed & Confused en donde se deja ver su preocupación habituales por acercarse a la imagen pictórica más allá de una simple fotografía fashion, de hecho también a desafiado los cánones de belleza que el mundo del glamour exige, utilizando modelos atípicos como personas de la tercera edad o no necesariamente top models. Su trabajo comercial también resulta ampliamente recomendable y se puede encontrar en su página web www.jeffbark.com en donde se encuentra todo su trabajo fotográfico. Recomiendo de manera muy particular las series “Flesh Rainbow”, «Woodpecker” y “Abandon” ya que podemos observar todos los elementos que componen el característico estilo de este que es uno de los fotógrafos contemporáneos más interesantes de los últimos años.