Dejó caer la mirada deliciosamente,

paseándola desde mis ojos hasta mi vientre,

deteniéndose ahí sin ninguna vergüenza.

 

Su mirada volvió sonriente a mis ojos,

mientras sus dedos,

acariciaban suave y lentamente mis labios.

 

Tan sólo acarició mis labios y se marchó,

huyendo de sí mismo

o tal vez de sus instintos…

 

Sólo dejó el sutil rastro de su aroma,

la sensación de sus dedos sobre mis labios

y  minutos de latidos desenfrenados.

 

No sé quién le habrá otorgado

ese poder desafiante a su mirada,  

de parecer osado y tímido a la vez.

 

No sé si me hipnotizó su tacto o su mirada,

todo sucedió tan rápido que aunque no debía,

no le hubiese rechazado.

 

Su recuerdo

se quedó en mi mente

y lo extraño de vez en cuando.

 

Recuerdo perpetuo

 

M.A.Z.