Al llegar con estos monjes, a través de un tortuoso camino que recorría montañas y nieve, se dio cuenta que estos monjes igualmente habían fusionado la tecnología con la magia de un forma casi indivisible.

Pronto el joven Victor fue ascendido dentro de la jerarquía del templo, con un empeño por conocimiento, casi maniático, llegó en poco tiempo a volverse su líder.

Mientras todo esto sucedía, nunca dejó de vigilar los sucesos que ocurrían el mundo, vio como Reed Richards llegaba a ser reconocido como un científico de primer nivel, suscitando que creciera más su odio hacia él.

A través de ese tiempo creó una armadura que combinaba dispositivos tecnológicos de alto nivel y encantamientos poderosos, para volverlo más fuerte e indestructible contra ataques físicos o mágicos, una armadura que lo cubría completamente, hasta su rostro, dando así lo que sería su apariencia definitiva.

Terminando esta tarea, dejó el templo, viajando directamente a su pueblo natal, Latveria, donde empezó una rebelión para derrocar a un tiránico líder.

Con ayuda de la mayoría de la gente y de sus patentados doombots, fue acorralando al dirigente del país, hasta que en un golpe maestro, logró el vasallaje de las fuerzas armadas enemigas, asesinando al dictador para coronarse él mismo como el nuevo dirigente de Latveria, un dirigente aún más dictatorial que el anterior.

Gracias a su gran genio, logró llevar a Latveria a un nivel primermundista, o superior, ya que todos sus ciudadanos viven cómodamente, son escasos los problemas de salud y no existe el analfabetismo, todo esto a cambio de una total sumisión hacia su persona y órdenes. Al quejarse o disentir, esa persona es rápidamente eliminada.

Una noche, mediante conjuros, contactó al demonio que tenía prisionera a su madre y realizó un trato: una vez al año pelearía contra el demonio; si gana, el alma de su madre iría al cielo, si pierde, lo odiarían un poco más los habitantes de Latveria.