“Yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca”
Jorge Luis Borges
En esta sociedad posmoderna ningún concepto se ha revisado, estudiado y modificado más que el de Cultura y es que ésta determina la esencia de los múltiples grupos sociales que existen, así como de los individuos que los conforman. Así, existen diferentes posturas y apreciaciones acerca de esta realidad que nos conforma y a la que pertenecemos, por tanto, las interpretaciones de “Cultura” cada vez se polarizan más.
Hemos escogido hablar de Cultura en el presente artículo pues como el lector recordará, la semana pasada entablamos una distinta perspectiva acerca de la FIL en el zócalo capitalino y tal cual lo cerré [“Yo por mi parte me voy a la Feria a ver qué consigo con mis dos pesos que según Chava Flores, me deben alcanzar para varias cosas… “] me aventuré a la Feria para apreciar el gusto de la población por este tipo de eventos pues según Carolina Peña, coordinadora de Vinculación Cultural Comunitaria de la Secretaría de Cultura del Distrito Federal , en su primer día de actividades la Feria registró 10 mil visitantes, cifra que superó por completo las expectativas. Con estos resultados quién no se va a emocionar, digo no faltará el optimista que fielmente exclame que la cultura ahora si está al alcance de todos y que el pueblo acude gustoso al llamado, sin embargo veremos que esto no solo es engañoso, sino que de manera tácita no es verdad.
Iniciemos con esta apabullante cifra de los 10 mil visitantes, teniendo en cuenta que en el DF somos 8, 851, 080 (INEGI, Censo 2010) solo el 0.11% de la población defeña asistió al arranque de esta famosa Feria. Creo yo que este porcentaje no supera la verdadera expectativa ¿verdad? Esto independientemente de que el hecho de su asistencia no implica que compren, ya lo veremos en seguida. Sabemos ya que Hablar de “La lectura en México” es inmiscuirse en un terreno movedizo, inseguro y peligroso, pues resulta ser un tema que ha cobrado mucho auge dentro de los círculos de debate contemporáneos. La lucha inalcanzable por el grupo de “los ilustrados” por difundir el amor por el libro se ve reflejada en este tipo de eventos que lamentablemente siguen reproduciendo la segregación entre aquéllos que tienen acceso a la cultura y los que no.
¿Qué no es verdad? Ah seguro están pensando bajo la mirada del sociólogo francés, Gilles Lipovetsky quien ha centrado su obra en asegurar que gracias a la tecnociencia, se ha desvanecido la línea que separaba a las clases populares de las ilustradas en cuanto a cultura se refiere pues gracias a las nuevas tecnologías y a su irrompible nexo con la industria comercial, los campos del conocimiento han llegado a todo rincón y se encuentra al alcance de todos.
Pero ya hablando en serio, estamos conscientes de que en nuestro país esta aseveración no es válida. El conocimiento y la cultura continúan siendo un monopolio que controlan uno cuantos y el problema de la apatía lectora crece y se agudiza con el beneplácito tanto de gobernantes como de gobernados pues aunque no se tengan cifras a la mano, sabemos (porque lo vivimos día día) que en la rutina del mexicano existen otra prioridades antes que adquirir algún material literario; si apenas alcanza para medio vivir, teniendo en cuenta que los libros no se comen, ¿Quién en su sano juicio gastaría en un solo día el equivalente a casi 4 salarios mínimos (tomando $64.76 al día) en un libro con un valor promedio de $250?
El hecho de que se acuda a la Feria no garantiza que vaya uno a salir con vastas adquisiciones, aunque se diga que sí conviene, en realidad habría que contrastar los precios que se ofrecen ahí y los que ofrecen directamente en librerías y los posibles descuentos que sólo son válidos en las mismas y no en la Feria (como el caso del FCE y su descuento a estudiantes). No por esto digo que no vale la pena asistir, evidentemente existen oportunidades que no pueden desaprovecharse pero mi punto es que si la idea primaria es dejar la cultura al alcance de todos, lo cierto es que no lo están haciendo muy bien pues los precios de cada obra se encuentran por los cielos, muy lejos del alcance de un ciudadano promedio.
Hablamos entonces de que la democratización de la cultura es un mito en nuestra sociedad; que vivimos en una dicotomía entre una “Alta Cultura” y una “Cultura de masas” que desembocan en una “Civilización del espectáculo” donde, de acuerdo con Vargas Llosa vivimos en una sociedad del consumo y que busca la adquisición de cultura que sea de mero entretenimiento, por hedonismo y no porque le resulte necesario cultivarse. Es decir, en esta hipermodernidad vivimos en la cultura del ahora, del momento, ya no se perpetua el verdadero gusto por el conocimiento. Lo cual explicaría (en cierta parte) porque las sagas son lo que está de moda leer hoy día.
Terminamos entonces con la idea de que ir a la Feria del Libro sin una base económica, es como ir a la guerra sin fusil, o peor aún como ir a las Vegas y no apostar. También será pertinente entonces reflexionar acerca de cómo nos apropiamos de la cultura; ¿de manera autodidacta o es que somos “cultos” por el susurro de la publicidad? Yo creo que por resultado compartido pues en una sociedad supeditada a los medios de producción, lo que vende –o genera ganancia- es lo que se da a conocer y una vez que se nos presenta “como la novedad” es cuando nos acercamos a probar si nos agrada. Cuando el resultado es positivo entonces y sólo entonces, buscamos algún otro semejante que se adecue a nuestro nuevo gusto comprado. Pero, claro esta es mi opinión, ¿Qué piensan ustedes?