EL PRINCIPITO
Antoine de Saint-Exupéry
Francia, 1900-1944
Fragmento:
«Levanté el balde hasta sus labios y el principito bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como una fiesta. Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón. Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi regalo de Navidad.
-Los hombres de tu tierra – dijo el principito- cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.
-No lo encuentran nunca- le respondí.- Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua… -Sin duda, respondí.
Y el principito añadió:
-Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón».
Cuantas veces, nos volvemos ciegos y no vemos lo que hay a nuestro alrededor, vemos el cielo pero no observamos su hermosura, no apreciamos el brillo intenso de algunas estrellas, vemos la luna, pero no percibimos la paz que nos promueve, y todo por la prisa que llevamos en nuestra vida, que hace que el corazón este guardado o poco entrenado.
¿Cuántas cosas como estas leemos a diario y cuántas solo damos «like en facebook»?, y ¿cuántas nos sentamos a reflexionar, y mejor aún a ……¡CAMBIAR!?
¡Empieza ahora, inténtalo!
Hoy, observa que sucedió en tu día que no quieres repetir, o que te gusto, o que disfrutaste por poco que sea y decide hacer algo diferente, decide quitarlo, repetirlo, callar, hablar o lo que se requiera para moverte, sólo queda en tu decisión, pero sobre todo en tu corazón y deseo.
Foto: EL PRINCIPITO QUE OLVIDAMOS QUE LLEVAMOS DENTRO
Terapeuta Thelma Como Franco
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