Jorge Alberto Rivero Mora

Dedicado al gran amigo Alex Ramos en su cumpleaños

Los vientos del mundo han cruzado el umbral y han volcado el orden del alma

Leonard Cohen (The future) 

La alternativa al neoliberalismo se llama conciencia

José Saramago

el_18_brumario_de_luis_bonaparte_tapaEn su célebre obra, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, a la afirmación hegeliana que estipula que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen dos veces, Carlos Marx añadió que en un primer momento se gesta como tragedia y, posteriormente, como farsa.

Considero que la anterior sentencia es aplicable en nuestro país con los casos deimages Carlos Salinas de Gortari y de Enrique Peña Nieto por repetirse la historia: ya que los dos hicieron del neoliberalismo la única opción de gobierno; los dos llegaron a la presidencia en procesos electorales irregulares; los dos ejecutaron golpes espectaculares y mediáticos ―­las aprehensiones de los caciques sindicales Joaquín Hernández Galicia La Quina y de Elba Esther Gordillo―; los dos derrocharon recursos en costosas campañas para construirse falaces imágenes de líderes mundiales y legitimar sus iniciativas de gobierno.

Tanto Salinas como Peña Nieto tienen una historia de represión a sus espaldas; de cooptar intelectuales; de gestar programas sociales electoreros (si antes era Solidaridad, ahora lo es la Cruzada del hambre); de practicar alianzas con el PAN (incluso Peña Nieto sumó el PRD) y con el duopolio televisivo para modificar artículos de la Constitución que abren paso a proyectos de modernización embaucadores (con Salinas fue el TLC, hoy en día son las reformas energética, fiscal y educativa).

imagesEl escritor José Agustín ha descrito a nuestra realidad como tragicómica y parece que no se equivoca. Como sabemos, Salinas hizo de su proyecto de nación un espejismo de estabilidad y bonanza que se sostuvo con alfileres, hasta que hace cuatro lustros, el 1° de enero de 1994, irrumpió en el estado de Chiapas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), un sui generis movimiento social, mayoritariamente indígena, que le declaró la guerra militarmente (y después simbólicamente) a un gobierno federal autoritario, insensible y soberbio.

Hoy en día el gobierno de Peña Nieto, con la misma arrogancia que tuvo Salinas, parece ignorar la realidad atroz en la que vivimos (agudizada por la violencia e inseguridad cotidianas), sin darse cuenta que esto puede revertírsele, tal como sucedió en 1994, con el EZLN, que exhibió mundialmente los efectos perniciosos de los esquemas neoliberales. 

No quiero ahondar en los ciclos de auge y declive ―ni en las filias y imagesUJ1X9FG3fobias― que el EZLN ha construido en veinte años de existencia pública; ni debatir en torno a la carismática y polémica figura de su dirigente, el Subcomandante Insurgente Marcos (con sus notables cualidades literarias y humorísticas, con su congruencia pero también desatinos en su muy elocuente discurso); ni mucho menos quiero descalificar de manera visceral ―como es tarea común de “expertos” de la realidad social― a este, por muchos sentidos, loable movimiento social.   

Lo que sí quiero es poner énfasis cómo hoy en día,  después de más de tres décadas de sucesivos fracasos de un modelo neoliberal que fue impuesto desde 1982 y que ha sido aplicado tajantemente por los gobiernos priístas y panistas, podemos apreciar que Peña Nieto va en el mismo sendero y construye un proyecto similar con demoledores efectos para nuestro país.

untitled“La alternativa al neoliberalismo se llama conciencia”, nos decía con sensatez el gran José Saramago y más allá de las condiciones anómalas en que vivimos, afortunadamente se están edificando señales de esta toma de conciencia por distintos actores: la desobediencia civil en el Norte del país para no homologar el IVA; la autodefensa como mecanismo alternativo a un Estado fallido o rebasado por el crimen organizado; las movilizaciones y protestas en contra de la reforma energética; la aparición en diciembre pasado, en el estado de Guerrero, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Liberación del Pueblo (FAR-LP), aunado al reciente activismo del EZLN.

A propósito del EZLN y sus primeros veinte años de existencia pública, images49JJCBSJquiero dar una recomendación fílmica, que también nos sirve para reflexionar y tomar conciencia: la memorable película El violín (2006), multipremiada opera prima del director mexicano, Francisco Vargas, quien con escasos recursos y con una historia militante y conmovedora, traslada al espectador a un ambiente distinto al que construyen los medios de comunicación oficiales que ocultan las razones reales de los levantamientos armados ―campesinos e indígenas―.

Filmada en blanco y negro, El violín contó con la excelente fotografía de Martín Boege y es una película que toma partido por las causas justas, pero sin caer en estridencias o prédicas moralizadoras, sino que a partir de diálogos sencillos y emotivos  ― acompañados de imágenes contundentes― apela a la toma de conciencia del espectador de una manera sensible, humana y verosímil.

untitledSin mencionarlo, la cinta evoca al levantamiento zapatista y tiene como protagonista a Don Plutarco (Ángel de Tavira) un longevo violinista manco, quien con su hijo y nieto se ganan la vida como músicos y campesinos pero son integrantes de una guerrilla que planea un levantamiento armado en contra de sus opresores. En la víspera del inicio de las hostilidades, los militares toman su comunidad para “ajusticiar” a los alzados pero éstos huyen a la sierra para reagruparse.

Don Plutarco aprovechando su inofensiva apariencia, se queda imagesJTN08C7Ven el pueblo ocupado y saqueado por los militares para recuperar las municiones ocultas y desde su condición de músico, entabla una relación cordial y amistosa con el Capitán del ejército (Dagoberto Gama) quien le pide al anciano que lo amenice a la hora de la comida. Plutarco acepta a cambio de ir a ver su milpa (pero lo que hará será recuperar el armamento que oculta en la caja de su violín). La amistad se cortará abruptamente cuando el músico y el militar abran los ojos a su respectiva realidad a la que pertenecen.

Pero más allá de este desolador mensaje, el mayor mérito del filme es ahondar en esta particular relación de cercanía entre el anciano campesino y el sensible militar, en el que exponen sus particulares visiones y justificaciones para oponerse (en el caso de Plutarco) o defender (en el caso del Capitán) el vivir en una realidad como la nuestra, en donde reina la desigualdad, la injusticia, la sinrazón y la desesperanza.

untitledLa película de manera valiente alude a todo lo que en su momento el EZLN denunció en los momentos más difíciles de su larga trayectoria: los asesinatos, la tortura, la marginación, las violaciones, los saqueos en los sitios ocupados, los desplazados; es decir, las condiciones infrahumanas en que viven millones de mexicanos que cansados de los abusos de las autoridades y cuerpos de seguridad, deciden tomar el fusil antes que morir por enfermedades curables.

Cierro este artículo evocando uno de los pasajes más memorables del filme, cuando en un claro homenaje a los relatos del viejo Antonio (que el subcomandante Marcos cita con frecuencia  en sus comunicados) el octogenario Don Plutarco explica  a su nieto, con sencillez y serenidad, el por qué no pueden regresar a su pueblo y el por qué de las injusticias que padecen. El viejo Plutarco entonces, se respalda en una emotiva narración que abre la puerta a un horizonte de esperanza que deberá deberá volverse realidad y que ojalá, tal como le dice a su nieto, algún día sabremos si se materializará… Algún día…