Jorge Alberto Rivero Mora

 

El menor de los males de nuestra civilización es la

indiferencia y el mayor la violencia y ahora nos

movemos inevitablemente entre ambos polos negativos

José Saramago

 

miguel_de_la_madrid_y_salinasA partir del sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988) nuestro país inició un proceso de cambio que implicó una reconfiguración en los ámbitos económico, político y social, basado en los procesos de globalización y de mundialización imperantes.[1]Se trata de un periodo en que las reiteradas crisis y las erróneas respuestas a ellas, cimentaron las bases de una transición política, dirigida por una élite tecnócrata, que sustituyó el antiguo orden nacionalista revolucionario por otro de índole neoliberal y cuyos nocivos efectos saltan a la vista.

Desde entonces, la transición política ―que no democrática― ha marcado el rumbo de nuestro paísimages en tiempos recientes, es decir, ha mostrado un comportamiento incierto, que algunos autores, como Ulrich Beck, han denominado “modernidad reflexiva”, en donde no existe orden establecido ni certeza alguna.[2] Por esta peculiaridad, en estos últimos años hemos vivido situaciones paradójicas, por ejemplo: los avances democratizadores alcanzados en 1997 o en julio de 2000, pero también los fraudes electorales de 2006 y 2012.

Autodefensas-Michoacan-e1389734200166-655x397Pero hoy en día el doloroso panorama actual, que tiene su particular expresión en la entidad de Michoacán nos revela el grado de descomposición que padecemos; una situación vergonzosa en la cual el Estado muestra su incompetencia y descrédito ante sectores de la sociedad civil que hartos de la impunidad imperante, deciden organizarse, armarse y enfrentar violentamente al crimen organizado por no encontrar una mínima señal de apoyo gubernamental.

Sin embargo, considero que la violencia como respuesta, no es el camino porque puede agudizar este anormal y grotesco horizonte. En este sentido, resulta triste comprobar cómo Peña Nieto aplicaprotesta-social la misma irrazonable estrategia de su antecesor, y lo complica aún más con la criminalización de la protesta social como un mecanismo de control que gradualmente se le ha salido de las manos.

Por otra parte, hablar del fenómeno social de las autodefensas en el estado michoacano, invita a recordar el tema de los movimientos sociales en el país, en tanto expresiones colectivas que reflejan el malestar social ante situaciones inadmisibles como las que vivimos y que tienen su razón principal en el tipo de modelo económico que prevalece desde hace más de treinta años.

Brevemente quiero señalar que desde el terreno sociológico, el estudio de los movimientos sociales ha estimulado una fuerte controversia entre dos de sus corrientes más representativas: la escuela estructural-funcionalista y la vertiente accionalista. La primera perspectiva es la corriente de los “escenarios vacíos” (sin actores) que solo se ocupa de las estructuras, de la adecuada funcionalidad de los sistemas y de las instituciones, y cuya principal representante es Neil Smelser.[3]

Por otra parte, la escuela accionalista, que en mi opinión es la vertiente que mejor explica a estos fenómenos colectivos, reintroduce a los actores sociales dentro del escenario histórico-social, concibe a éstos como los protagonistas de las movilizaciones y limita el papel de las instituciones como el marco en que se efectúan dichas interacciones. En esta corriente sobresalen Alain Touraine, Alberto Melucci y Charles Tilly.

images (1)Bajo esta óptica, y tomando en cuenta el fenómeno michoacano, los movimientos sociales son fenómenos que no surgen espontáneamente, sino que tienen un proceso de gestación variable, por ello pueden emerger en diversas circunstancias y con distintas fuerzas, ya sea como respuesta a vacíos de poder (Fausto Vallejo) o de excesivo autoritarismo (Peña Nieto).

Hoy en día el país padece los estragos de una economía tambaleante pero especialmente los efectos terribles de una acendrada violencia en numerosas regiones del país, lo que ha dejado como saldo miles de muertos, violaciones mayúsculas a derechos humanos y un clima de pánico entre los habitantes.

Por ello los movimientos sociales muchas veces se expresan en espacios más pequeños (Michoacán)Autodefensa_Buenavista_Tomatla769n-21 porque buscan incidir en cuestiones muy particulares tratando de enmendar lo que a su juicio no funciona. Lamentablemente, no siempre emerge el gran movimiento social, político o ciudadano que articule de manera homogénea las demandas de diferentes sectores que incidan en el rumbo de este país y modifiquen las erráticas decisiones de sus gobernantes.

La dificultad por construir redes de apoyo, articular intereses entre sí y pugnar por una batalla conjunta entre las distintas fuerzas sociales, es una lucha que debe seguirse alentando. Por ello, los movimientos sociales por su capacidad transformadora, resultan una opción sme-marcha-ok_0viable en favor del cambio social. Y es que, en términos de Pierre Bourdieu, no se ha podido construir un capital social[4] sólido entre los diversos sectores de la sociedad civil, debido a que los movimientos sociales en los últimos años emergen en situaciones de coyuntura excepcional, ya sea al resistir a un modelo económico absurdo (el movimiento campesino de San Salvador Atenco); luchar por demandas ancestrales (EZLN); pugnar por laSubcomandante_Marcos democracia electoral en las regiones (el movimiento navista) o participar en la toma de decisiones de los gobiernos (los movimientos de la APPO, el SME o el movimiento ciudadano de Javier Sicilia).

Y es que en mi opinión, el capital social que pueden irradiar los movimientos sociales puede ser retomado por otros importantes actores y de esta manera se pueden construir redes solidarias que procuren la consolidación de la democracia (como práctica social) y alienten el desarrollo económico de nuestro país, sumando esfuerzos y no ahondando en las inevitables diferencias.

IMG_2890Sin embargo, no se debe olvidar que la heterogeneidad, la contradicción y el conflicto ―inherentes en los diferentes grupos de la sociedad civil― son factores que inciden en el retraso de la construcción de alternativas. En este sentido, la ausencia de solidaridad; la antidemocracia interna en los movimientos sociales; el hartazgo de la sociedad hacia los partidos políticos; la nula credibilidad en instituciones disfuncionales y la apatía de vastos sectores de la ciudadanía; provoca movilizaciones sin propuestas y con una gran carga de rencor social.

Son movimientos que lejos de aglutinar intereses y sumar simpatías, en ocasiones atemorizan a lamexfail0902 ciudadanía que se ve afectada por las estrategias de violencia o por afectarlos en su cotidianidad con bloqueos o cierres de vialidades. Por ello, ante la realidad adversa en la que estamos, con un, en muchos sentidos, “Estado fallido” y con grandes vacíos de poder, exige que los sectores de la sociedad civil actúen de manera responsable y propositiva para incidir en la recomposición del rumbo de un país que se mueve en la desesperanza.

movimientos_socialesPor lo tanto, los movimientos sociales seguirán siendo alternativas viables para denunciar y resistir todo lo que no funciona, especialmente cuando tenemos el regreso de un régimen autoritario, ineficiente y totalmente rebasado. En conclusión, la larga y constante participación de actores relevantes de la sociedad civil mexicana, como los movimientos sociales nos recuerda que nunca es tarde para pugnar por soluciones diferentes a las diseñadas por el poder, en un país que desafortunadamente ha extraviado el camino, pero cuya sociedad –algunos sectores de la misma– busca corregir su derrotero.


[1] La austeridad, la privatización y la liberalización de los mercados fueron las recetas que aplicaron los gobiernos neoliberales a partir de los años ochenta para resolver los problemas financieros y de inflación. A partir del gobierno de Carlos Salinas, nuestro país  se vino en picada con el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y con la obediencia irracional a los dictados de organismos supranacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

[2] Ulrich Beck La sociedad del riesgo mundial, España, Paidós, 2006.

[3] Neil Smelser, Teoría del comportamiento colectivo, México, FCE, 1995.

[4] Para Pierre Bourdieu, el capital social es el agregado de los recursos reales o potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de reconocimiento mutuo. Pierre Bourdieu, Capital cultural, escuela y espacio social, México, Siglo XXI, 2004.