Vienes y haces preguntas,
pretendes saber todo sobre mí.
Me pones trampas y me dejas pasar,
nunca dejas de probar, nunca dejas de jugar.
Quieres que la luna baje
y me dedique una canción
que con tu nombre haga latir mi corazón,
quieres ser eterno dibujante en mi destino y en mi piel.
Gozan las estrellas, que estaban tristes;
se vuelven pequeños espectadores
de una historia que aunque breve,
quedará grabada para siempre.
Dices que mis palabras se han quedado cortas,
y cuando mis sentimientos se quedan mudos,
corres por ellos y les muestras un lugar dónde vivir.
¿Cómo explicar lo que ni yo comprendo?,
que se me salen las dudas de los ojos,
que existen cosas que no podrán ser,
que estamos de pie sobre un eterno “tal vez”.
En tu mundo de posibles,
creas escenarios de locos amantes,
de innumerables bellezas,
de besos interminables.
Si pudiera colocarme un poco más atrás
en esta línea del tiempo,
si pudiera sacarle la risa a los segundos
y me permitieran retroceder un poco…
A mi cita con tu vida he llegado impuntual,
las hojas del árbol se van marchitando y se caen.
El cielo ha cambiado de tono,
está esperando anochecer.
Tus ojos de ángel me vuelven de verdad,
pero no es suficiente para solicitar
al tirano del tiempo, algunos años de menos,
a cambio me ha dado un reloj cronometrador
que está indicado que ésta historia terminó.
M.A.Z.