Lo que pude escuchar de la noche,

fueron sonidos pausados, evanescentes,

creados tal vez por mi imaginación.

Una sombra se sienta a mi lado,

y me habla acerca de colores: azul, amarillo y morado.

No sé si fue cuando dormí o fue lo que me despertó.

Sutil inconsciencia y deleite, dejarse llevar

por el placer de estar y no estar,

eso a lo que le llaman un viaje astral

es muy parecido a volar en compañía.

Ir detrás de un deseo oculto,

un instante, un segundo,

un momento, un recuerdo compartido.

Una ola de felicidad

apagando un bosque invadido

por las llamas del olvido.

Un corazón que se quiere escapar,

dos corazones a punto de colapsar,

a punto de recrear el sueño perfecto de la realidad.

Cada noche intentar regresar,

apagar las luces para poderte mirar

y que con tus labios logres sosegar un ruidoso latido.

Pero de vez en cuando somos

tan nerviosos como gatos

y damos a cambio de cariño, zarpazos.

A cambio de quedarnos,

huimos para continuar agazapados en la soledad,

y sentirnos aparentemente a salvo.

Dormir otra vez en la cama llena de nadie,

recargar la cabeza en el hombro ausente,

sobre la almohada que aún tiene ese aroma a ti.

nudu-26

M.A.Z.