Ardiente pero mustia, habría que fertilizar su abstinencia para conservar su lozanía. Aquella; pérdida entre tinieblas, deseos y prejuicios. El silencio que resguarda agrava su agonía, enmudece su entusiasmo, se desvanece entre el llanto, ajena al jubileo efusivo en noches eternas. Aquella indómita, ensimismada y también mermada. Suspiros abrumadores y castigos eternos.
El crimen de desafiar el hábito no tiene alcance ni prerrogativa, la apelación es ignorada con la naturalidad en punta del señalamiento, lágrimas, todas nuestras. Ojos que persiguen sin piedad la labor loable del ir y venir en santo nombre de la paz. La sanción cultivo la sensación, el limite simplemente apareció y el paraíso denegado para aquel mortal y pecador le sentencian a una vida cautiva, desterrada y olvidada.
Persistente desafío entre las llamas del fuego, el juego obseso desborda las pautas que giran en torno a la vida misma, el valor que aquella adquiere enardecida, de vez en cuando, le exime de rumores y rubores, dado que aviva el intercambio delicado de la vida misma y aventurado.
Implacables murallas, esfera sórdida, lánguidos pero optativos suspiros abrumadores. Sepulturas de pubescentes pálidas velan, con cuyo silencio inmutable en piedra se han convertido.
Murmura el viento entre las alturas, ondulante y jadeante, le susurran, le dibujan, tenue y suspicaz la ruta, la brisa encrespada entre sus delicados cabellos, son el nombre de la libertad en esencia, la fugaz e utópica sonora alegría que prodiga la mudez, el desdén y testifica la negrura de “esos tiempos” temblorosos y quizá hasta memoriosos.
La “razón” incrustada en el imaginario, clavado en placer, el recubrir las pasiones más burdas y bajas del alma, son lo que al parecer debiera de ser. El cuerpo que desafió la sensación, sí, esa piel desnuda, la paulatina muerte que fructificó el deseo. El sentido de la vida recobró los aspectos más simples de lo habitual, sencillamente, desafió la gravedad, aunque, el rincón de los bemoles recuerdos clavados en la mente, devenidos del “universo”, en efecto, reactivan continuamente un sentir de desasosiego.