Intentar escapar al incansable vigía paternal es tan bochornoso, agotador y desesperante que pensé en saltar por la ventana una noche y jamás regresar a mi celda hogareña. No tuve el valor de ni siquiera elaborar el plan para la huir.

Era libre en mi casa, mientras supieran con quien hablaba por teléfono, que veía en internet y no cerrara la puerta de mi cuarto ¿Qué iba a hacer yo en esa madriguera de mierda si no tengo nada que ocultar? Ni siquiera sé cuáles son mis secretos, lo único que escondo son estas tetas y nalgas que, se tardaron en llegar pero que están germinando rápidamente, debajo de las cortinas que traigo por ropa y en las que muy bien cabrían todos los estúpidos miedos y prejuicios de mi celador.

Prefería mil veces las reglas mensuales y cruentas que las que se me imponían. Como quien se adapta a un nuevo clima, aprendí a evadir los interrogatorios y pasar el detector moral sin que la alarma se activara. Estas técnicas me iban a servir para mis tres secretos iniciales o como me gusta creer, en mis tres deseos expedidos por un genio. Primero, se me concedió el brebaje que me haría perder el caparazón y ser la alguien a la que no reconocerían como hija seguramente.

Mi segundo deseo lo provoco aquel niño ingenuo y observador, él podía notar todo lo que se estaba gestando bajo mi traje contra incendios. Las miradas a quemarropa fueron más frecuentes y de parte de los dos. La imaginación por fin me hizo encerrarme un par de veces en mi cuarto. Lo tercero fue la conjunción de los dos anteriores, mi carcelario no pudo detectar mi boleto de salida falso.

Éramos muchos, la casa de no sé quién estaba sola, lo importante era que él estaba ahí. Espere a que trajeran algo para ponernos más cómodos y que todos estuviéramos a la misma temperatura. Me importaba el no quedar como una puta, era tan nueva en esto. Espere a que la mayoría se distribuyera en la casa. Ya no recuerdo quién se abalanzo hacia primero, todo había comenzado, estaba lista para recibirlo.

¡No me jodas! ¿Para esto es lo que vigilaba tanto mi entrepierna el carcelario? Años de pasarme lista y de revisar que no pensara en el túnel por el cual se iba a escapar el primer imbécil al que le diera acceso. Todo eso se fue en un minuto o dos, el niño muy veloz no supero la marca establecida por mis manos. Mi celador será recompensado y le prometo que las próximas valdrán el esfuerzo de resguardarme.