«Yo» nada quiero,  nada quiero saber, «yo» no lo asimilo, «yo» lo expulso (…) bruma fluida, viscosidad inasible, no bien advenida se deshace como un espejismo e impregna de inexistencia y resplandor alucinatorio (…)

J.K.

Delirio, destierro y locura abismal; taladro que paulatinamente edifica un tenue agujero perfectamente delineado, extrofia sensitivos y emotivos emprendimientos de aquel, ese alguna vez churumbel, penetra la broca e invade áreas abismales, el centauro con la testuz erguida danza avivando fuegos, violentados, lentamente el lenguaje se disipa, signos desconfigurados, conceptualizaciones abruptas, espasmos infinitos y usos extraviados, se reduce a la mínima expresión de contenidos etéreos.

Elemento libre, sometida la lengua, repentinos procesos inician, se deglute mientras el alma se atraganta con la misma saliva, lubrica cuantas emociones florecen y se conectan, en efecto, desenvuelto, desencadenada marea, mareos y vuelcos, arcada violenta que libera moléculas ¡sí! aquellas que recuperan pizcas de libres momentos, instantes deslizados se marchan pues libres, volátiles e ilimitados son.

pi2

A decir verdad la culpa la tiene ella,  aquella jamás se tomó el tiempo para cepillarle el  cabello, el  destete vino precipitadamente remplazado por alimentos todos ellos procesados, a escasos momentos abyectos colores pero sobre todo rojas tonalidades surgieron, remanente de la bolsa amniótica, exactos destellos por el alumbramiento, preámbulo de una mutua perturbación y justa razón de la seña significativa llamada ausencia.

Perfecto espectador, perplejo envidia lo que mira, la sensación trasciende, el emparentado mama la teta sin alguna irrupción, del pecho la secreción estimulada y palpada surgió, un líquido casi pegajoso y amarillo, circunstancias que apremiaron sentencias en el ahora, el animal lacta a sus críos y cuida como fiera de los mismo; simplemente, a él nadie lo acicala.

Alto altivo resonante, son sueños de ese objeto nombrado: madre, colgada gustosa del falo, abruptos comentarios, taladran al inmaculado, omitan la parte sensata; mas incesante gozaba, he ahí el motivo de su destierro,  trozo de cielo desvanecido poco a poco, la verdad no entiendes nada, ácido hipocloroso: blanquea padecimientos a lo largo del tiempo, al compás de su teñida cabellera, al son de su trote (paso) lento, que es hoy la consigna de miles y prolongados silencios por omisión.

Plegarias de las cuales florece una gran fe: Dios, si es que justiciero eres, si es que de ti sentencia emana y existencia ante la ciencia proclamas, vengáis sin miedo y justicia por esta tu hija pura quien con sufrimiento día y noche, noche y día ha pagado por su pecar. Realidad: Se ha bautizado como debiera, en tiempo y forma, la diócesis presente ha determinado salvaciones enteras, comunión al comulgar, el cuerpo de dios en ella promulga libertad. Confesiones sinceras, oraciones enteras de su piel porosa irradian, “autónoma” blanquizca la niña, lentamente la sangre hierve, derrama opulencia mientras la testa que detesta deriva torrentes sensitivos y hemorragias continuas que destripan con saña, es simplemente el sinfín de lo repugnante .

P. A. U.