(…) cuestión previa absoluta, el nacer o no ser, el abismo aleatorio de lo humano mismo en cada retoño de hombre (…) el inconsciente y sus efectos (…)       L. Althusser

Gota de cantaros, conmemoraciones en nombre de la tierra y su abundancia, le definen cuerpos cósmicos, a vivas voces el júbilo resguarda inquisitivos estelares, luna brillante, nubes de algodón, estrellas que opacan lo vehemente, espirales de alquitrán, musgo y sal, los árboles y su resina, acuosos gomas destilan, blancos caballos y sedosas cabelleras, tintes marinos y mundos poseídos: tuyo, de ellos, de aquellos, de esos, mío, nuestro; en cantos y a coros los caracoles pringan con baba, pulpos a tintas desgastan, miradas a gustos empañan, sonoros balbucean por los cuernos de toro, andan silencios, achispan sucesos, revisten memorias, envuelven noches y anuncian crepúsculos reflejados en sus ojos.

Fuegos y fulgores disipados en medio de sombras, desvaríos incandescentes, cauto resguarda turbios arrebatos, todos suyos, todos míos, la misma cúpula del alma al alma a la cual y por vez ultima aquellos aludían, impregnados frenéticos instantes, atmósfera rutilante, alucinaciones embriagantes, mundos desorbitantes, explosiones intensas resguardan calores perpetuos e instantes impecables, inmaculada unión sujeto-objeto, hinchada y enardecida la insignia del autor, éste, origen de todo arbitrario momento e incluso de instante en instante, instinto revolcado en musgo y sal, de logros desmesurados se jacta, ilimitado desenfreno, sigiloso pretencioso, de rodillas al mundo manduca: narcisista, viajero insaciable.

Entre el contoneo y la pista que ensanchada abraza tentáculos de pulso al pulpo que empujan colosalmente la propulsión del pleno inconsciente, dominantes deseos, cadenas de fuego por el juego, el encuentro por significar, imagen acústica, la lira que estira y rezumba al “tumbar” en reposo de manos celestiales, cuerdas poseídas por el trovador, mutaciones articuladas al compás de experiencias acompañadas de tiempo y espera, auxilian al habla, musgo verde, no es sal.

Jan Saudek

Jan Saudek

Acuoso estira y afloja: ambigüedad, minerales precipitados, domos salinos, escaldosa la lengua efervescente, grumos acumulados, pies escamosos, alegorías escabrosas, infiltrada la mentira, virulenta colonia microbiana, desdén de complejos, el reflejo del espejo; trascienden pugnas adjudicadas a la mente, libres algas marinas rojas entre líneas de agua y sal, disoluciones y alucinaciones, la vista es doble, demandan realidades aquellas voces, los sonidos clamorosos a vallas limitadas coadyuvan, por periquete permaneció exánime, la merma que enferma, sólida roca frígida  impregnada como musgo y dispersa como sal.

Ella tan agitada; la herencia por doquier se muestra, sueño de sal a poros expiden, resistencia a musgo va, ahí está, “plantada” y no hay más, hierven manos al sol, florecen buenos sentimientos en paladar de miel y melosos acordes en oídos pálidos-agrios, provenir sollozo sabor sal, vacíos sexuales, arraigado tabú entre genitales y genésicos canales a tientas de próximas generaciones, fatigas previstas, bocanadas de nada, zarpa el alma agitada, las pestañas son como palmas, vista empañada, corazonada avecinada, el escenario de dos y no es nada, valores ceros, resultados infinitos, toman todo, al final ese es el ideal, tú, la materializada, él, el utilitario, aquella tiene una etiqueta con importe, su precio. Intachable comodín que sustituye formalidades y recubre necesidades, deambula entre musgo y se convierte en sal, el viento sopla, la vela dirige en alta mar, ella sobrevive, pues de adaptaciones uno se vale, versátiles instantes, cantaros a gotas, tierras en festejo, celestes los cuerpos, estelares a voces, brillante la luna, algodón en las nubes, baba que al pulpo tiñe, anuncios que los ojos revisten, es el musgo y sal a viceversa de todo inicio y final.

P.A.U.