(…) jamás consigue abolir su yo separado: al menos anhela alcanzar la solidez del en-sí, quedar petrificado en cosa; cuando queda fijado por la mirada de otro, es cuando aparece singularmente como un ser (…)  Simone de Beauvoir

Insoluble, lúgubres sensaciones, mortaja que recubre costumbres y atilda penas a tientas, sublevación ante piernas, clamores respectivos y repentinos en ambientes de incertidumbre; virones, andrajos y jalones de harapos y raspones, danza a mil tonalidades acompañada de colores, seda gacela como el viento se revuelca, hendido a rodillas el tiempo prospera, reciclan reclamos y enfrentan sepulcros que arrastrados por viejos llantos recorren mimbres articulados a lo lejos de senderos en suspenso, historias de albatros sumergidos en líquidas evocaciones, de locos a cuerdos y de cuerdos a locos de pasiones se enredarán y así sabrán; surgidos trasplantes a gaviota blanca volarán.

Laberintos mustios en ciudades grandes, sucumben peces en mitos y derroches, valva la escama de las tentaciones y fracciones, luces en medio de las noches alborotan calores prepotentes y verdades a flama arden, fuego rodante, jardines verdes como embrión paulatinamente crecen, gesta informes y procesa, neófito a complejos rayos el recuerdo resuena y truena, “edípico” silencioso, picazón en la testa, las piernas del cordero tiemblan, precipita al pavimento e invertebrado serpentea en nombre del evangelio.

Pigmentos estriban en mentes sabias, profetizan convencidos, dejan huella, el oráculo hilacha vestiduras y matiza triunfos, describen guerras, anuncian cántaros de sangre, tinturas que serpientes entre tósigo divulgan, un tenue sonido de exiguos vestigios y alucinantes olores de la tierra gradualmente brotan, por la caverna se dispersan, por el cuerpo convulsionan, a revoloteos se silba de placer, como ortiga la culpa orgullosa que se desarrolla, ruborizada la virgen, fisonomía que presagiaba la figura de la alimaña, “pelos” alborotados como melena, ojos perlas cuan púas clavadas en mentes endebles penetra, la cena y el ayuno le condenan, en santo apelativo de labios robustecidos, piel a poros libera fragancias, pululan entre ramas y sensibles olfatos.

Zambulle dulces palabras, repiques que enchinan tersa la piel de la cría, plumas y linaje porta la soberana en confianza cuando de mundos colosales dispone, una cierta desgracia para los ojos con excesiva efusión, aflicción en floración interviene, perdida en el abatimiento solitario de aquel cenobio, ensamblar las penas y el eco a suspiros con ciertos ademanes, semilla: el germen que emerge, ósculos arrebatadores, avinagradas mentiras, el génesis de su nacimiento, por ende, el origen de todo comportamiento y pensamiento.

Ornamentos de cuerpos paradisíacos, iris a profundas mareas las olas excitadas proclaman lugar, entintan visiones y conquistas además de inspirar ágiles filamentos para próximas construcciones, deleite campestre, cañada de raíces, se aferran a la vida, no cesan árboles de historias prolongadas, añejados instantes, tiñen y glasean ropas finas, encienden luceros despoblados en busca de nuevas atracciones, rústicos acústicos faldones, tendencia sin cuerpo, a cambio, imágenes en maleza por su grado de naturaleza.

P. A. U.