Con celo se resguarda el repuesto; pues jirones precipitan espontáneamente
Tal cual la tela, seda; suave acogedora, cálida demandante
El cariño que exige, exige el velar de toda sustancia vertida
¡Ninguna faena más boyante que estos ojos sin anime cazan!
Fortuitos encuentros; inopinado Ser.
Entonces, entonces se compacta y permite toda aquella revelación
El primero es sensato; el segundo prudente: Se «asecha(n)» y viceversa
Deseos de pureza, de la virgen vista maestra; del casto revestido de arrebato
El delirio de cada suspiro; la elocuencia de cada acción; la sorpresa de la divina providencia
Pues del alma al alma se crepita y dedica toda evocación
Ellos viven, ellos departen, ellos respiran, “sencillamente”, lo que inspira cada instante.
Dispense la ruborización, goce de la dedicación,
Siéntase placido de aquella alabanza, del eterno enlace.
Por un segundo, no se cuestiona, no sé piensa;
Cuando y debajo, en nombre de la emanación surgen cantos angelicales:
Grato y suave como tremole en los aires,
Satisfecho (s) de la tarde resplandeciente, tal cual el celeste
El celeste de aquellos ojos sonrientes.
Mientras el viento acoge ambas almas enlazadas,
La naturaleza habla; en plena verbena celebran,
Brindan: se embriaga la psique;
Torrentes de sinceridad, descomunales e incluso ajenos,
Ajenos de cuanto rol en el universo les reviste,
De vez en vez; simplemente son, se son.
El precepto se mueve, nadie sabe mas todos sospechan
Incierto, momentáneo, esporádico; quizás, sólo eso
Se limita(n) ante el pecado
Se aclama piedad; se ora por tranquilidad
Demasiado pronto; excesivamente lento
Jamás, del todo se sabe
Se es, “me” soy, nos somos o todo lo contrario
Alegrías de justo que veo, sencillamente, “me”, “nos” perdemos.
P.A.U.