Melancolía: Fase 3

Segunda parte: Colofón

Es el todo que le puede, el más allá del acá y nadie más lo comprende, la realidad que pareciera flota, pues jamás se toca, -¡Delirios malditos!-; dicta la sentencia apegada a la gragea, la que monitorean –dependencia-. Va que vaga con suplicio mientras a cinco minutos toda felicidad se designa, efímera, sin destino –todo ello en apariencia-. De noches la demencia aflora mientras que convulsiona, sin modorra se atolondra; propulsión de la tención pegada al sin razón, elevada a la pasión de toda admiración, admiración e idolatría de extinción -suicida-.  Se guarda la sensación que puja con toda dirección –tú, lo sentencias que no aceptas lo que desconoces; pero asumes lo que palpitas sin pesar, pese que te acongoja, ¿no es así?, niega, niega todo y cuanto lastre te cargas, ¡Cobarde!- sea de día, de tarde o noche, con pastillas o sin ellas, con la noción y aceptación de las voces se maquila, paulatino, el colofón.

Esther se guarda, ya no es más –pero todo aún atiende, supuesto-; ya no duerme, distante de sueños y esperanzas, ajena de toda pasión; dada de sí al sin retorno, segura de querer vivir donde ya no lo es y será más -se reitera-, ¡Cuán glorioso, cuán gustoso, cuán ansioso!,  va que vuela por la tierra –inmortalidad-. Del tormento a la angustia, o sea de las uñas a la inquietud permanente; de lo disfuncional a lo primitivo, es decir del tambaleo, cosquilleo al cuerpo trémulo; del reproche a la rendición, en sí de la cama a la sabana; de la alianza a la hostilidad, por lo tanto del daño al engaño -¡Se desangra!-; y, del todo a la nada, de la nada al todo yacerá insaciable.

 

Voy y vengo: tic, tac, toc,

¡Todo lo padezco! -esa soy yo-,

corta que pica y es flagelar,

siempre sistemático y hechizante,

mas lo es inevitable ya.

Tonos de urgencia, sin diligencia,

permanece, ¡Todo revuelca!,

tan repentino como la libido, imprevisto,

un tanto de vida; pero con el retorno fijo,

y es del tipo: acuciante.

Tan disfuncional como la ironía que lo torna posible,

de la sociedad a la caverna,

sin sol, ni piedad, es la sensación de vejación,

lo cierto es: ¡Todo ello lo gozo!,

para después aceptar que en realidad todo es borroso,

ambiguo y es: hipocondriaca.

Tengo de todo y cuanto existente valor,

que predomina la confusión,

¡Nada lo valgo!,

es parte del patrón,

¡Entiende, por favor!,

el mal humor es habitual.

Soy y no soy,

seré que soy, quizá para la flía;

¡Mas nada comprendo!,

-pues autotorturante si es-.

Llevo que  me arrastra la culpa,

las voces me lo dictan,

en ocasiones gritan,

en momentos aquejan;

pero siempre habrán de ser constantes,

y es: paranoide.

Finalmente y para todos los males,

abate el ánimo, prospera la oquedad,

y es: fría.

 

 

Describe que lees y genera empatía dime: ¿cuál eres? –Les dije (que) vive, (que) muere, pues no se atreve-… mas ahora sucede. Ha sucintado, a su modo ha terminado, a su memoria se ha dictado.

 

P.A.U.