Jorge Alberto Rivero Mora
Si no creyera en la esperanza…
Silvio Rodríguez (La masa)
El próximo 4 de junio se realizarán procesos electorales para elegir gobernador en Coahuila, el Estado de México y Nayarit, así como la renovación de sus Congresos locales (Coahuila y Nayarit) y de sus respectivas alcaldías (Coahuila, Nayarit y Veracruz).
Sin embargo, por diversos motivos destaca la elección a la gubernatura del Estado de México ya que se visualiza como la antesala de lo que ocurrirá en las elecciones presidenciales de 2018. Cito algunos aspectos a considerar:
- La consolidación del PRI como partido hegemónico en la entidad en caso de ganar Alfredo del Mazo, o de crisis para dicho partido, en caso de perder;
- En la campaña destacó que el PRI sigue utilizando abierta y desfachatadamente sus burdas prácticas fraudulentas y antidemocráticas para mantener el control de la entidad;
- La vigencia del Grupo Atlacomulco como un sólida agrupación de poder al interior del PRI, que se ha consolidado desde hace más de medio siglo (con redes políticas, económicas y hasta familiares) y que evidencia la participación y el protagonismo (regional y nacional) de varios de sus representantes, en su mayoría políticos-empresarios reprobables y cuestionables;
- El papel de la oposición en esta contienda: En el caso de MORENA con la maestra Delfina Gómez, una candidata con cierto arraigo y carisma entre sus simpatizantes pero con desconocimiento de problemas nodales y de información de la entidad que aspira a gobernar y cuyo principal obstáculo, en mi opinión, es la sombra permanente (en sentido literal) de Andrés Manuel López Obrador, líder único de dicha organización política (y quien tendrá que ser muy inteligente y sensato para no caer en los errores del pasado en el caso de un resultado negativo de su candidata);
- En el caso del PAN me parece que desde la época de las “Concertacesiones” salinistas, su postura de partido comparsa del PRI se mantiene inalterable y salvo algunos panistas críticos (como el gobernador de Chihuahua, Javier Corral), lo cierto es que con la elección de Josefina Vázquez Mota como candidata a la gubernatura mexiquense se evidencia la intención de favorecer mas a la posición de Del Mazo que la del panismo mismo;
- Respecto al PRD, un partido histórico y muy valioso en su momento y que con el paso de los años triste y lastimosamente se fue degradando y acercando al PRI, curiosamente tienen en Juan Zepeda a un buen candidato, quien sin ser una maravilla, es por mucho, el más articulado al exponer sus ideas y defender su proyecto en caso de ganar de la gubernatura.
Pero más allá de los elemento antes citados me parece que en esta elección se pudo alcanzar una alianza opositora mayor entre MORENA y el PRD, pero ninguna fuerza cedió para sacar de manera conjunta y contundente al PRI de la gubernatura del Estado de México, sólo se materializó la hipócrita y convenenciera declinación del candidato del Partido del Trabajo (PT) Óscar González en favor de la maestra Gómez (MORENA) y una serie de declaraciones y descalificaciones entre MORENA y el PRD que cerraron esa vía, principalmente entre el candidato Juan Zepeda y, para no variar, Andrés Manuel López Obrador.
Curiosamente y tal como ocurrió en el año 2000 con el panista Vicente Fox, en estos momentos, diversos analistas políticos han recuperado la idea del “voto útil” en favor de Delfina Gómez convencidos que es la única manera de sacar al PRI de la gubernatura mexiquense. Considero válido y legítimo ese recurso para quién crea en el “voto útil” pero esto no es una garantía de que las cosas mejoren (recordemos el chasco que nos llevamos con el Presidente Fox y el fracaso de su gobierno en distintos órdenes).
Urge sacar al PRI ¡Desde luego! pero en lo personal me parece más importante votar de manera consciente e informada por el candidato que mejor cubra nuestras expectativas y no de manera pragmática (y no lo digo desde un sentido individualista sino que también ese candidato pugne por beneficios colectivos de una sociedad como la mexiquense, tan lacerada, dolida y ensangrentada por la corrupción, inseguridad, asesinatos y violencia cotidiana que se ha insertado en los sucesivos gobiernos priístas).
Como he escrito en otras oportunidades, me parece que desde 2006 a la fecha, el sistema electoral en este país ha dejado mucho qué desear y esto ha propiciado que diversos académicos e intelectuales hayan promovido como otra ruta de participación, el movimiento “anulista del voto” como un mecanismo que permita al ciudadano externar su repudio a procesos electorales cuestionables y ofensivamente onerosos. Es otra vía sí, pero creo que ésta es un fracaso total porque anular el voto ciudadano, no se ha convertido en una respuesta masiva de los votantes y por lo tanto esta estrategia, lejos de debilitar o derrotar al PRI, lo ha fortalecido en los procesos electorales.
Como en otros comicios del pasado, comprobamos que la oferta de candidatos y de partidos es tan raquítica, que pareciera que debemos votar por el aspirante “menos malo” o “menor peor” pero no comparto esta lógica porque nos acerca más al conformismo y a la resignación que a la exigencia. Por ello, considero que la mejor opción es ejercer el “voto informado” y elegir al mejor candidato y partido más próximo a nuestra ideología, pero también es muy respetable y válida el sufragar en función de la coyuntura misma que vivimos: ya sea sufragar de manera pragmática por la candidata mejor posicionada en las encuestas (Delfina Gómez) o votar por el candidato que se presenta como la mejor opción de gobierno (Juan Zepeda), pero lo urgente es cerrar cualquier posibilidad de triunfo electoral al corrupto y autoritario PRI.
El PRI como adversario político sabemos de qué lado está desde hace décadas y qué intereses defiende (un partido más cercano al crimen organizado que a la sociedad civil en su conjunto) y por lo mismo como votantes que creemos en otras alternativas a este rancio partido, lo peor que podemos hacer es dividirnos y caer en el insulto, en la intolerancia y en “la superioridad moral” de quienes defienden su posición de anular su voto o en su caso sufragar de acuerdo a sus convicciones por determinado candidato de la oposición.
Pero más allá de que el elector utilice alguna de estas opciones para alcanzar nuevas rutas (voto útil o voto informado) y/o reflejar nuestro hartazgo a los modos irresponsables del ejercicio de poder del PRI, en lo municipal, estatal y federal (anular el voto) no debemos ser ingenuos y pensar que ya cumplimos por el simple ejercicio de sufragar o anular el voto ciudadano. No, no es así…
Debemos estar conscientes que debemos organizarnos, participar y exigir a nuestras autoridades que las cosas deben y tienen que ser distintas y actuar en consecuencia (movilizarnos pacíficamente de modo permanente y no esperar hasta la siguiente elección para simplemente repetir un ritual cívico y creer que con esa mínima acción ya cumplimos como ciudadanos. Considero que una labor importante y urgente que debemos como ciudadanos radica en participar en los procesos electorales, pero sobre todo, ¡EXIGIR! a nuestras autoridades el cumplimiento de sus responsabilidades.
Las anteriores reflexiones simplemente reflejan mi punto de vista, no pretenden convencer a nadie de nada. Mi opinión busca alentar el debate y propiciar nuevas maneras de organizarnos para afrontar este desolador escenario en el que nos encontramos.