Jorge Alberto Rivero Mora

No me pregunten si soy cubana o canadiense, soy mexicana

Fannie Kauffman Vitola

Uno de mis referentes favoritos del cine mexicano es sin duda Fannie Kauffman Vitola (1924-2009) ya que su muy grata presencia fílmica nutre en mi memoria varios de los pasajes más lúdicos de este bello arte, ya que Vitola supo encarnar con simpatía y naturalidad a personajes entrañables que incentivaron mi interés en la cinematografía mexicana, especialmente el de su época dorada, ya que me resultó muy interesante observar los vasos comunicantes existentes entre las diversas estrellas, directores y películas de dicho periodo (1936-1955).

Así por ejemplo, evocar a Fannie Kauffman Vitola de inmediato nos remite al trabajo y legado fílmico del inolvidable Germán Valdés Tin Tan (1915-1973) debido a la extraordinaria conexión que estos grandes artistas tuvieron en pantalla y sobre todo porque Tin Tan y su mancuerna cinematográfica, Gilberto Martínez Solares, entendieron con sensatez que el cómico-pachuco debía de contar con verdaderos interlocutores y no con patiños sin gracia o manipulables y está particular conexión la vemos reflejada en películas en las que Tin Tan y Vitola compartieron créditos como El rey del barrio (1949); Simbad el mareado (1950); ¡Ay amor cómo me has puesto! (1951); El vizconde de Montecristo (1954); Los líos de Barba Azul (1955); etcétera.

Fannie Kauffman Weimer nació fortuitamente en Toronto, Canadá, el 11 de abril de 1924, pero antes de cumplir el primer año de edad emigró con sus padres a Cuba y se asentaron específicamente en su ciudad capital, La Habana, en búsqueda de mejores condiciones de vida. En Cuba la pequeña Fannie vivió hasta los 22 años y en dicho espacio del Caribe no solamente abrevó de su cultura, sino que también pudo desarrollar sus enormes habilidades artísticas que fueron incentivadas por sus padres desde muy pequeña con clases de canto y declamación que motivaron a Kauffman a convertirse en cantante de ópera. La futura Vitola lo explicaba así:

A los ocho años de edad me atrajo la artisteada, además de que mi gran ilusión era llegar a ser cantante de ópera. Es más, me inicié cantando opereta, pero por muy poco tiempo, ya que por mi delgadez y mi cara, la gente se reía de mí, no por no saber cantar, sino por mis gesticulaciones que provocaban la carcajada[1].

Su natural condición cómica llevaron a la aún niña Fannie a adentrarse en dicho género al ganar, en 1935, un concurso para un programa de la radio cubana con dos cómicos prestigiados del momento, Agapito y Timoteo y a partir de este momento la pequeña Fannie Kauffman sobresalió  por su enorme simpatía y también por su espigada o en términos tintanescos “espirifláutica” figura.

De manera jocosa Kauffman se presentó artísticamente como “Vitola”, apelativo que utilizó durante su larga trayectoria artística. La cito: «Fui yo misma quien me lo escogí, tomando como base unos puros cubanos llamados así. Eran unas vitolas muy sabrosas que costaban más que los otros puros».[2] En este contexto, la joven Vitola desarrolló una importante carrera artística en Cuba pero a mediados de los años cuarenta decidió probar suerte en México, país que en aquel momento era la sede artística más importante de habla hispana (basta recordar que la radio comercial y la época de oro del cine nacional estaban en su punto climático).

Así, poco antes de cumplir los 23 años, Fannie Kauffman Vitola arribó a nuestro país, específicamente en su ciudad capital y se logró colocar como cantante cómica en la compañía artística del céntrico Teatro Arbeu y de inmediato llamó la atención por su talento y carisma.

En este horizonte y tal como aconteció con varios artistas del teatro o de la radio en México de los años treinta y cuarenta del siglo pasado, el tránsito inevitable para crecer en el medio del espectáculo era incursionar en el espacio fílmico y Vitola no fue ajena a este fenómeno, por lo que se integró a este importante medio con la película Se acabaron las mujeres (Director: Ramón Peón, 1946) y pronto su gracia natural llevó a la novel actriz hacia el terreno de la comedia que en aquellos años vivía un notable auge con estrellas como Mario Moreno Cantinflas, Germán Valdés Tin Tan o Joaquín Pardavé, Delia Magaña, Amelia Wilhelmy o Consuelo Guerrero de Luna.

Precisamente, en 1949, un hecho determinante en la carrera de Vitola fue la asistencia de Germán Valdés Tin Tan, al Teatro Arbeu para observar su actuación. Maravillado por la enorme simpatía de la joven artista Germán Valdés exigió a los productores de la cinta El rey del barrio, la incorporación de Kauffman en la que es considerada la mejor película cómica de la historia del cine nacional. De inmediato, Tin Tan y Vitola conectaron como una pareja cómica excepcional y esto se vio reflejado en varios de los filmes de Valdés (y que cité con anterioridad). En palabras de Vitola «(Tin Tan) Era muy lindo, pero no sólo conmigo, con todo el mundo. Un gran compañero como no ha habido otro, créanmelo”.[3]La simpatía y carisma de Vitola, le permitió alternar con grandes personajes del cine nacional como Pedro Infante, Ignacio López Tarso, Óscar Pulido, Adalberto Martínez Resortes, Manolín y Shilinsky, etcétera y en este escenario Vitola, de 1946 a 1989, filmó 40 películas de distintos niveles de calidad pero en las que Vitola siempre antepuso su profesionalismo y honestidad como actriz, incluso más allá del género cómico. Destaco por ejemplo, su rol dramático en la bien lograda película El hombre de papel (Director: Ismael Rodríguez, 1963).

Es importante destacar que Fannie Kauffman Vitola fue pionera como socia de la Asociación Nacional de Actores (ANDA) y figura importante de la creciente industria de la televisión mexicana de los años cincuenta y sesenta (fueron memorables sus colaboraciones en programas como Estrellas Palmolive, TV musical Ossart, Revista musical Nescafé, etcétera).

Asimismo, en el declive del cine mexicano y de la producción masiva de películas Vitola, al igual que otros importantes artistas de la época, realizó numerosas giras artísticas por diversos teatros de México, Estados Unidos, Centro y Sudamérica. Precisamente en estas giras, fue famoso el espectáculo Béisbol Cómico con artistas como Resortes, Chabelo, Trosky o Chelelo, que enfrentaban a un equipo “de enanitos” que tenían el apoyo de importantes deportistas de los años sesenta como el boxeador José Ángel Mantequilla Nápoles o el luchador Rodolfo Guzmán El Santo. En este último equipo la simpática Vitola fungía como manager de manera muy divertida.

En su vida personal se casó con el  diplomático regiomontano, Humberto Elizondo, padre del actor y líder sindical del mismo nombre y más adelante con el ventrilocuo Alex King, con quien tuvo tres hijos más: David, Moisés y Abraham, los dos últimos fallecieron en trágicos accidentes automovilísticos, y fueron eventos  que mermaron el ánimo de su célebre progenitora.

Tal como ocurrió con compañeros de oficio, como Pedro Infante o Germán Valdés Tin Tan, que sabían disfrutar la vida, Fannie Kauffman Vitola amasó una importante fortuna que le permitió vivir con comodidad pero que perdió por su adicción al juego del poker (al extremo de perder dos casas y más de 100 centenarios). «Era malísima para jugar» exclamaba entre risas la irrepetible Vitola.

Sin el protagonismo de antaño, Vitola logró mantenerse en el medio del espectáculo varias décadas más hasta que en 1996, a los 72 años de edad decidió retirarse del panorama artístico al percibir que su impacto con el público había disminuido:

Un día estando en la ciudad de Nueva York al salir al escenario, me percaté de que ya me cansaba mucho, que la gente no se reía igual que antes; que no había la misma cantidad de público en el teatro. Fue entonces que dije: ya no quiero trabajar. Hoy mismo me retiro y me retiré.[4]

Así, con la memoria, la lucidez y la simpatía intactas Fannie Kauffman Vitola pasó los últimos años de su vida alejada de los foros artísticos pero rodeada del cariño de sus hijos Humberto Elizondo y David Reyes y de sus nietos hasta que el 21 de febrero de 2009, a los 84 años de edad, falleció en un Hospital de la Ciudad de México por una insuficiencia respiratoria.

De esta manera, a una década de su fallecimiento, sirvan estas líneas para reconocer en la querida Fannie Kauffman Vitola a una de las presencias más queridas  del cine mexicano, pero también reconozco  en ella a una auténtica maestra de vida al mostrar en su productiva existencia que desde su condición femenina vivió como deseó vivir y eso ya es una muy loable enseñanza.

[1] El Universal, “La Vitola se retiró a tiempo”, en El Universal, México, 22 de enero de 2007.

[2] Ibídem.

[3] Ibídem.

[4] Ibídem.