En Argentina, el 23 de septiembre de 1913, se promulgó la Ley 9.143, convirtiéndose así en la primera norma legal contra la prostitución infantil. Para la época, seguro esto fue todo un logro, pero también un importante avance en el reconocimiento y legislación sobre este delito.

Para conmemorar este día, la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas instauró en 1999 que cada 23 de septiembre debía celebrarse el Día Internacional contra la Trata de Personas. Ayer, cumplimos 14 años conmemorándolo.

En este sentido, pa’no quedarnos atrás, en México amanecimos ayer con la buena nueva de que la Secretaría de Gobernación publicó en el Diario Oficial de la Federación, el Reglamento de la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos (dado el larguísimo nombre, en adelante haré referencia al Reglamento o a la Ley). A reserva de las modificaciones que digne hacer la Comisión Intersecretarial para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos (en adelante, la Comisión), ésta entrará en vigor hoy mismo.

Legalmente, ¿cómo se define la trata? Bien, pues según la Ley en su artículo 5: “Comete el delito de trata de personas quien promueva, solicite, ofrezca, facilite, consiga, traslade, entregue o reciba, para sí o para un tercero, a una persona, por medio de la violencia física o moral, engaño o el abuso de poder para someterla a explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, servidumbre, o a la extirpación de un órgano, tejido o sus componentes”.

Como bien se expone en la cita anterior, una de las características de este delito es su amplia gama de variantes, pues si bien la más visible –y desde luego, la más lucrativa- es con fines de explotación sexual, no podemos minimizar el resto de las variantes mencionadas.

Dada la difícil situación de seguridad pública en México,  en el marco (aún) de la Guerra contra las drogas que inició Felipe Calderón, la trata de personas se ha recrudecido y es hoy, en México, una triste realidad a que se enfrentan por igual niñas y niños, así como mujeres y hombres jóvenes y adultos. Es importante mencionar que desde hace algunos años, en nuestro país se habla también de trata con fines de sicariato forzado.

La trata de personas opera como una gigantesca red mundial. Y justo en esta característica radica su éxito y permanencia: se pretende atacar a la trata con estudios, enfoques y acciones locales; los gobiernos nacionales no han logrado alcanzar los niveles de organización, cohesión y trabajo coordinado de la red criminal de tratantes.  Ni hablar de la corrupción que atraviesa por todos lados a México y la complicidad de funcionarios de los tres niveles de gobierno; basta recordar el emblemático caso de Lydia Cacho, el entonces gobernador de Puebla, Mario Marín, el empresario Kamel Nacif y el pederasta Jean Succar Kuri.

La trata es una muestra más del extremismo al que nos ha llevado el dinerismo (palabra que no encontraremos en la RAE, por supuesto): los tratantes ven a los seres humanos como un objeto de compra-venta, como una mercancía, pero una mercancía muy jugosa, a la que pueden exprimir sobremanera todos los días, el rendimiento capital es a corto, mediano y largo plazo.

Este ruin y despreciable delito transgrede a los seres humanos en lo más bello que tienen: su dignidad.

¿Será funcional el reciente Reglamento de la SEGOB? Si me preguntaran a mí, diría que no, que será sólo una ley más aprobada por el Congreso y promulgada por el presidente en turno. Insisto en que el arma es la coordinación y el trabajo conjunto, la búsqueda de acciones efectivas que contrarresten, en primer instancia, el oneroso beneficio de la trata. Sensibilizar a la sociedad también resulta urgente.

Tengo dos anotaciones personales pertinentes sobre autoregulación de la prensa:

  1. Un periódico nacional -pero presumiendo con el nombre que llega a todos los rincones del universo- hace gala de su amarillismo publicando continuamente reportajes sobre la trata de mujeres en México con fines de explotación sexual. Aparte de ser detallado en cuestiones que no lo requieren, aseguran cosas que no son del todo ciertas. En otras palabras, le ponen de su cosecha.  Como si no fuera suficiente, re-violentan a las víctimas de trata, solicitando su testimonio y haciéndolo público. Ello, me parece, no abona a la lucha que organizaciones y fundaciones han emprendido contra la trata. Genera morbo, no más.
  2. Por otro lado, todo el mundo sabe que en los anuncios clasificados de cualquier periódico encontrará opciones de “masajes”. Me queda claro que los editores de dicha sección saben perfectamente lo que publican. En este sentido, ¿no son cómplices de la trata?

Este reciente vídeo, fruto de una campaña desarrollada en el Barrio Rojo de Amsterdam, no tiene desperdicio.

Aquí encontrarán el Reglamento publicado en el DOF.

Aquí un corto sobre trata con fines de explotación sexual y acá un video sobre trata y explotación laboral