Mientras los conejos se esconden
dentro de sombreros,
surge la ilusión amable,
una fantasía que nos separa del resto.
He jugado a desaparecer,
a irme sin dejar algún rastro.
Si tú quieres, sígueme.
Tengo la curiosidad de saber
a dónde va aquel conejo.
Yo caminaba junto a mi sombra
y al oscurecer le dio también por desaparecer.
Si no tienes miedo, acompáñame,
andemos entre sombras y conejos,
la única regla es no dejar de creer.
M.A.Z.