Sonreía el atardecer,
el viento despeinaba los árboles
y las ideas comenzaron a volar…
Había elegido ese camino largo,
aquel que lleva a donde no debo ir.
Inevitable dar un paso y otro.
Me dijiste tu nombre y mencionaste tu edad,
y eras tan perfecto,
como el reflejo de la luna sobre el mar.
Tu presencia como de fantasma…
Aparecías y desaparecías…
Estabas, pero nunca estabas en realidad.
Y como nada debía esperar,
envolví mi corazón en celofán
y no dejé de avanzar.
Por la voluntad del viento me deje llevar.
Me acerqué lento y te dejaste acariciar,
rozaste mi mejilla con tu barba
mientras en mi oído susurrabas
frases en clave, difíciles de descifrar.
Mi mirada atrapada,
atravesada por tu alma
y tu reflejo dentro de mi,
nos llevó lejos de aquí…
Tal vez inventé aromas, lugares, caricias,
tal vez fue real
o quizá sólo era yo, y tu;
un personaje creado por mi soledad.
M.A.Z.