Gravedad (Gravity, Estados Unidos/2013) / Dirección: Alfonso Cuarón / Guión: Alfonso Cuarón y Jonás Cuarón / Fotografía: Emmanuel Lubezki / Música: Steven Prince / Edición: Alfonso Cuarón y Mark Sanger / Diseño de producción : Andy Nicholson / Elenco: Sandra Bullock, George Clooney y la voz de Ed Harris / Distribuidora: Warner Bros / Duración: 90 minutos / En salas 2D y 3D / Clasificación: apta para mayores de 13 años.
Siete años han transcurrido para que Alfonso Cuarón regresara a las grandes pantallas, desde su gran obra maestra «Niños del Hombre». Mucha expectativa causó su nuevo film Gravedad, desde la participación de su hijo Jonas Cuarón, siendo ésta su ópera prima como guionista, además de ser criticado porque el primer guión fuera para una película norteamericana y hablada en inglés.
Sin embargo éstas y otras dudas no podían ser respondidas hasta su estreno el pasado 12 de octubre en las salas mexicanas.
Para poder describir esta nueva propuesta del director mexicano necesitamos considerar dos criterios, y el primero que trataremos es el guión propuesto por su hijo.
Gravedad narra la historia de la doctora Ryan Stone protagonizada por Sandra Bullock, acompañada del astronauta Matt Kowaslki interpretado por Geroge Clooney, quienes tras un accidente de un satélite son separados de la nave que los transporta en una misión de la NASA. Perdidos en el espacio tienen que encontrar la manera de dirigirse a dos satélites de Rusia y China y así emprender el camino que los traerá de vuelta a la Tierra.
Es así que nos encontramos con una historia muy sencilla en la que tenemos dos personajes con un propósito, que resulta ser el punto de partida para el desarrollo de cualquier historia en una figura de narrativa convencional. Sin embargo funciona de una manera muy adecuada para un tema como éste, pues con dos personajes perdidos en la inmensidad del espacio sería muy aventurado buscar una historia más compleja sin que pierda el sentido o la credibilidad de la historia.
Gracias a la sencillez del conflicto tiene mucha apertura para jugar con temas y valores de supervivencia, con influencias orientales, que no es la primera vez que Cuarón utiliza estos elementos, como en Niños del Hombre con la escena de la mujer embarazada rodeada de vacas representando la fertilidad. En este caso no es la excepción, pues podemos ver una representación de un feto con el cuerpo de Sandra Bullock dentro de una cápsula, donde se sugiere un renacimiento del personaje en su cambio de conciencia, así como el uso de un Buda dorado dentro del satélite chino en una escena donde el cambio del personaje es crucial en su aceptación personal. No es muy común que en el cine se vean personajes anti héroes donde más que la valentía, es resaltado el miedo y frustraciones, lo que es un gran elemento para crear una transformación muy convincente y humana en la narrativa.
Cabe mencionar que esto no es algo nuevo y aunque se ha utilizado anteriormente, tenemos que considerar el segundo criterio, que es la parte técnica, donde sí nos encontraremos con nuevas ideas y herramientas utilizadas para crear un nuevo lenguaje cinematográfico.
Quizá una de las partes más interesantes de Cuarón como director, son sus planos secuencia, donde se monta una escena de varios minutos sin hacer ningún corte, donde la complejidad existe al realizarse si hay muchos elementos y personajes en movimiento.
En Niños del Hombre, el director mexicano presenta diferentes ejercicios de esta técnica y lo hace con gran maestría como pocos lo han hecho. Para el caso de Gravedad, los planos secuencia sólo son el punto de partida para este nuevo lenguaje propuesto en este film.
Es una nueva propuesta de lenguaje debido a que es la película con más planos secuencia que se ha logrado, sin mencionar que a diferencia de otros casos, estos son en su mayoría hechos en pantalla azul, provocando que la cámara funja como la falta de gravedad en el espacio, pues nunca está fija y siempre mantiene la composición en sus tomas mientras interactúa con el espacio y los personajes, dándole una primera oportunidad al 3D de ser utilizado como una herramienta que complemente al lenguaje y no como se ha hecho desde que se incrementó su popularidad, donde sólo se usa para lograr un gran espectáculo y siempre se perdía el trabajo de fotografía y composición de las tomas creadas por los directores. Aquí podremos ver el 3D como una ventana al espacio donde los objetos ayudan a profundizar la tensión de la situación, sin perder la belleza de su composición ni la fotografía tan bien llevada por el mexicano Emmanuel Lubezki, ganador del Oscar bajo la tutela de Cuarón en La Princesita. Probablemente, el referente más inmediato que ejemplifica esta idea, es la lágrima que sale del ojo de Sandra Bullock y vuela por la falta de gravedad hasta la pantalla con barrido, que se logra gradualmente en el fondo de la toma.
Considerando ambos criterios tenemos como resultado una película honesta que funciona desde su narrativa y su parte técnica, con una nueva propuesta para utilizar los recursos a su beneficio, podemos ver a Cuarón con una libertad creativa absoluta, en donde ha sido criticado, irónicamente, más por el público mexicano y muy aclamado por el extranjero.
Sin duda es una película que seguirá dando de qué hablar y en definitiva es una ventana a un verdadero nacimiento del nuevo lenguaje cinematográfico.