1RGZLOZANOBRADULa política invade la pintura.  Un grupo de pintores de izquierda

equivoca el camino,creyendo que un cuadro o un muro

puede ser vehículo de propaganda. […]

Los modernos muralistas de México se han equivocado

fundamentalmente, porque han tomado el rábano por las hojas.

 En una actitud de tenor quieren adelantarse

a primer término y destacarse sobre todo.

RODRÍGUEZ LOZANO

la tragedia en el desierto

Estas interesantes declaraciones las realizó el poco conocido pintor Manuel Rodríguez Lozano, en 1943 para la Revista Hoy, y quedaron consignadas en su libro Pensamiento y Pintura publicado por la UNAM hacia 1960. No es que se opusiera rotundamente al muralismo, simplemente consideraba que “la política del arte debía ser: no hacer política” lo cual lo confrontaba con las líneas dominantes de la famosa Escuela Mexicana de Pintura, representada por los grandes del muralismo como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros quienes dejaron claras muestras de un arte al servicio de un proyecto nacional y con claros tintes propagandísticos, sin que ello niegue sus cualidades estéticas.

La Piedad en el desierto

Para Rodríguez Lozano, la revolución había fracasado rotundamente, inclusive afirmaba que era una “falsa revolución que no ofrece más fruto que una miseria mayor para el pueblo y una riqueza más grande para los dirigentes… “  Por ello, no podía participar en los proyectos de la “revolución triunfante” y, aunque algunas fuentes afirman que sí fue invitado al proyecto vasconcelista de la educación mediante la pintura, Rodríguez Lozano defendió un arte ajeno a la propaganda, que fuera mexicano pero sin la necesidad de exaltar elementos nacionales como los nopales, águilas o sandías. Se mantuvo siempre al margen de la ideología dominante, además de ser un profundo crítico de su entorno.  No obstante, dirigió la Escuela de Bellas Artes, hoy Escuela Nacional de Artes Plásticas y participó en un importante momento del arte y la cultura mexicana, los años de la posrevolución que definieron las líneas generales que seguiría la política cultural en nuestro país.

Fachada del Downtown

Es curioso y hasta paradójico que una de sus obras cumbres fuera un mural, y lo traigo a colación porque en días pasados visité un hotel, apenas inaugurado en septiembre de 2012, llamado “Downtown” ubicado en la calle de Isabel la Católica, vecino del Museo del Estanquillo y del Casino Español, que alberga uno de los dos murales realizados por Rodríguez Lozano: Holocausto y que corresponde a su llamada “Época Blanca”, donde llaman la atención sus colores y la clara influencia de Picasso, en su «Época Azul», a quien Rodríguez Lozano conoció en sus viajes por Europa.  El otro mural, realizado en el Palacio Negro de Lecumberri —donde el pintor pasó una temporadita por una situación que en otra ocasión comentaré— se encuentra ahora expuesto en el Palacio de Bellas Artes. (La piedad en el desierto, 1942) No tenía idea de que el Holocausto se encontrara ahí y menos de que el antiguo edificio colonial se hubiese convertido en un suntuoso hotel.

Palacio de los Condes de Miravalle

El concepto del “Downtown” es el de un Hotel-Boutique, donde se localizan exclusivas tiendas de artesanías mexicanas, además de
restaurantes y una “Botica” donde se puede degustar un buen mezcal, aunque a precio de turista.  Llama la atención que la antigua propiedad de los condes de Miravalle, que en el siglo XIX también funcionó como hotel y luego fuese adquirida por el coleccionista de arte Francisco Sergio Iturbide —quien solicitó a Rodríguez Lozano realizar el mural— ahora sea un curioso centro turístico, o mejor dicho, un lujoso hotel, donde el visitante puede elegir entre las suites: “Revolution”, “Independence queen and king” y “Colonial” a un precio que oscila entre los 150 y 375 dólares con desayuno incluido, una verdadera ganga para los visitantes extranjeros, aunque prácticamente imposible, para los nativos mexicanos.

Patio de los NaranjosVale la pena asomarse al “Patio de los naranjos” y observar el rescate que se ha hecho del edificio, así como del mural de Rodríguez Lozano, aunque es lamentable y hasta risible, la forma en que se promueve nuestro país frente al extranjero y la poca difusión que hay para visitantes nacionales, independientemente de todo, la vida y obra de Rodríguez Lozano es sumamente interesante y llena de matices, desde su formación militar, sus viajes por Europa donde conoció a Picasso, Modigliani y Bracque, su fallido matrimonio con la bellísima Nahui Ollin, su nada oculta homosexualidad, la participación en proyectos de vanguardia, como el Teatro Ulises, impulsado por Antonieta Rivas Mercado quien tuvo una intensa amistad con el pintor, sus vínculos con célebres personalidades como Julio Castellanos y Rodolfo Usigli, así como su variada obra plástica que en el 2011 fue recuperada y exhibida en el Palacio de Bellas Artes, hacen necesario que nos asomemos a su obra y un buen comienzo puede ser a través del mural Holocausto.