Es difícil conocer sobre las nuevas películas que compiten en los festivales internacionales de cine. En muchas ocasiones, no sabes de ellas, hasta que llegan a los cines (que proyectan cine de arte) o hasta que lo leemos en revistas y sitios especializados. En el caso de De tal padre, tal hijo, de Hirokazu Kore-eda, resulta interesante que un director que no tiene mucha fama o que no ha destacado por trabajos previos, aparezca con este trabajo como la película ganadora del Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Cannes. Esta película retrata con gran sensibilidad y belleza a dos familias cuyos hijos fueron cambiados al nacer en un humilde hospital de Japón. En este momento los niños tienen más de cinco años, uno de los padres es un exitoso arquitecto mientras que el otro es un sencillo tendero.

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Es probable que estas condiciones tan diferentes también se vean reflejadas en la forma en la que ellos tratan de educar a sus hijos; por una parte el arquitecto tiene un carácter rígido y disciplinado, le preocupa el constante desarrollo intelectual, hace esfuerzos por ingresar a su hijo en las mejores escuelas, aprende piano, etc. Por otro lado, el tendero se preocupa por la cercanía emocional, por el afecto y por el tiempo que pasa con sus hijos. A pesar de estas diferencias, ambas familias toman la decisión de  intercambiar a los hijos para que se encuentren en el hogar de sus respectivos padres biológicos, primero sólo los fines de semana y así, hasta que el intercambio sea definitivo. Sin embargo, en este proceso se consulta poco a los niños sobre sus sentimientos y es por ello que las familias se encontrarán experimentando constantes cambios emocionales. Un dilema muy original contado desde una perspectiva muy ágil y sensible. Una película brillante.