“El que se olvida de los bienes gozados en el pasado es ya viejo hoy.”
Epicuro
Difícil es encapsular el tiempo del recuerdo y como advierte Epicuro, quien se olvida de los bienes gozados, es ya viejo hoy. Esto no ocurre con los últimos cuentos publicados por Héctor Manjarrez, en Anoche dormí en la montaña.[1] Luego de leer esta colección, recientemente publicada, pude confirmar que Manjarrez, a partir del recuerdo de sus bienes y goces en el pasado, nos regala una novedosa y fresca colección de cuentos, donde el autor se respira bastante joven aún.
Manjarrez evoca distintos escenarios vividos e imaginados que se sitúan entre la ciudad de México, Managua, La Habana, Londres y la Sierra Madre Occidental, donde se construye una radiografía de una generación que vivió el intenso y contradictorio siglo XX. Es curiosa la estructura de esta colección que inicia con dos relatos sobre la Infidelidad, sigue con tres relatos sobre ciudades; luego enlaza varios cuentos alrededor del personaje femenino de “Concha”, para narrar las peripecias y aventuras en la región del peyote, y cierra magistralmente con un último y maravilloso cuento, que aparentemente no tiene relación con los demás, aunque quizá sí la tenga, como a continuación explicaré.
En estos cuentos, se narran diversas experiencias en tiempos y espacios, donde es posible asomarse a la ventana de la generación a la que Manjarrez pertenece, una generación que rompió con muchos paradigmas, al mismo tiempo miró el resultado infructuoso o equivocado de sus actitudes que se pensaron revolucionarias. Es imposible pensar a esta generación en un sentido aislado, pues para pensar en una ruptura es necesario relacionar los ideales de la generación previa e incluso la anterior. Las generaciones de los padres y abuelos también se muestran, especialmente en el último cuento.
La literatura es una enorme fuente de conocimiento sobre otros tiempos y espacios, desde una perspectiva simbólica pues aunque la literatura no tiene la condición de narrar sucesos verdaderos, sí narra acontecimientos verosímiles y plasma otros tiempos y espacios que evocan el horizonte metalingüístico, desde donde el autor los construye.
Héctor Manjarrez es un hombre de 66 años, nacido en la ciudad de México, quien desde la década de los setenta, se ha dedicado a publicar novela, poesía, ensayo, donde quizá lo más sobresaliente sea su labor cuentística. De su biografía cabe destacar que a los veinte años decidió abandonar la ciudad de México y aventurarse en el extranjero donde tuvo una estancia de diez años, aproximadamente. Vivió en París, Londres, Belgrado, Madrid y como joven veinteañero tuvo la oportunidad de vivir la década de los 60 en distintos escenarios internacionales que enriquecieron el horizonte de su narrativa.
El conjunto de cuentos que integra la colección Anoche dormí en la montaña sigue una ruta de exploración donde el tema central es la mujer en distintas épocas y contextos, aunque narrada por un hombre que se intriga por comprender a este misterioso e impredecible ser. Mediante las narraciones, las referencias históricas funcionan como telón de fondo para comprender el desenvolvimiento de cada uno de estos personajes femeninos y al mismo tiempo, se dibujan distintas etapas del acontecer humano durante el siglo XX que permiten identificar al autor y a su generación.
La característica principal del conjunto es el tono irónico, a veces risible, con el cual Manjarrez estructura su narrativa. Aunque no suele ser tan jocoso como el maestro Ibargüengoitia, sí provoca entusiasmo en los relatos pues además de construir los contextos, se vislumbran innumerables referentes que oscilan entre la tragedia y la farsa que, en varias ocasiones, inducen la carcajada. Se nota que los cuentos no fueron escritos de un tirón, como el mismo Manjarrez declara en la entrevista que le hacen en el periódico Milenio, algunos cuentos son viejos y fueron elegidos para integrar la colección. El claro ejemplo es el personaje de Concha que ya había aparecido en su literatura.
Ello explica que aparezcan algunos saltos en tiempo y espacio que podrían pensarse como anacronismos, como lo es el manejo de los euros en el cuento sobre “Flo”, los señalamientos sobre la “caja idiota” que es un término mucho más reciente y hasta el uso de la computadora que sólo aparece los episodios referentes a Concha y la Sierra Madre que dan título al conjunto.
Sin ánimo de repetir y más allá de estos detalles, la colección de Manjarrez es un rico referente hacia una generación y un siglo que ya terminó, donde el tiempo sigue su marcha inexorable. Al final, los relatos son un testimonio de una generación y una época que se hace prescindible recordar y revisitar con nuevos enfoques críticos, que identifiquen los distintos sujetos y actores sociales que transitaron el contradictorio siglo XX, pero desde una perspectiva que evoca el momento actual de su publicación. Les recomiendo que se asomen a la ventana que abre Manjarrez con su literatura en esta nueva y fresca colección de cuentos.
HEMEROGRAFÍA
– BALERINI CASAL, Emiliano, “Héctor Manjarrez cuenta su pasión por la montaña”. Milenio, 11 de agosto de 2013. [citado: 18 nov 2013] Disponible en internet:
http://www.milenio.com/cultura/Hector-Manjarrez-cuenta-pasion-montana_0_133186782.html
– MEJÍA, Eduardo, “Anatomía de una generación”. El Universal, 10 de agosto de 2013 [citado: 18 nov 2013] Disponible en internet:
http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2013/08/65937.php
[1] Manjarrez, Héctor, Anoche dormí en la montaña, México, Era, 2013.