Jorge Alberto Rivero Mora

 

Mucha gente pequeña, en lugares pequeños,

haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.

 Eduardo Galeano

 

slant_drillingEn  el capítulo “¿Quién mató al señor Burns?” ―uno de los más célebres episodios de Los Simpsons― la escuela primaria de Springfield edificó un pozo petrolero tras encontrar dicho recurso en su subsuelo, sin embargo, la desmedida ambición y egoísmo del hombre más rico de la ciudad, Montgomery Burns, se puso de manifiesto cuando despojó de su efímera riqueza a la escuela primaria, lo que ocasionó una serie de divertidos motivos para que distintos lugareños focalizaran su odio en contra de este insensible personaje.

Más allá del divertimento de este entretenido episodio el mensaje inicial es sencillo y viene a colación con la hostil realidad que nos asola: los poderosos ―con la complicidad u omisión de las autoridades― abusan de la sociedad, le arrebatan sus riquezas naturales y buscan para sí el mayor porcentaje de ganancias a partir de la explotación de dichos recursos, ante el enojo, pero también ante la ausencia de formas de resistencia organizadas.

giantNo quiero extenderme en el divertido derrotero que siguió aquel memorable capítulo, pero como colaborador en este espacio sobre temas fílmicos, sí quiero enfatizar que este tipo de abusos e incongruencias han sido retratados en otros discursos (literarios y cinematográficos). Cito por ejemplo, la muy recordada película Gigante (1956), dirigida por George Stevens y que estelarizó Rock Hudson, Elizabeth Taylor y James Dean ―poco antes de su prematura muerte―.

gcEn el espacio fílmico nacional existen referentes que tienen como telón de fondo el tema del petróleo como un recurso ambicionado por los intereses más mezquinos: Gran Casino (1946), primera película filmada en México por el Rosa_blanca-927217282-largegenial Luis Buñuel; La Rosa Blanca (1961) ―dirigida por el muy talentoso y en mi opinión poco valorado Roberto Gavaldón― notable filme basado en la obra homónima del escurridizo escritor B. Traven (que no Bruno como erróneamente se le cita) quien denunció la rapacidad de Morir-en-el-golfolas empresas extranjeras en México previo a la expropiación petrolera;[1] o Morir en el Golfo (1989) dirigida por Alejandro Pelayo, basada en la novela del mismo título del polémico historiador Héctor Aguilar Camín y cuya trama ―semipoliciaca― alude a la corrupción del sindicato petrolero que encabezaba Joaquín Hernández Galicia La Quina (quien al momento de la exhibición de la cinta, tenía escasos meses de ser encarcelado).  

pxmexSin embargo, no deseo ahondar en el tema fílmico sobre el que de modo recurrente oriento mis opiniones, pero sí quiero contribuir a activar la memoria colectiva, especialmente cuando nos gobierna y representa una clase política ignorante, entreguista y traidora a los intereses de la nación, que se confabula para edificar acuerdos simuladores (Pacto por México) que abren paso a la acelerada aprobación de nocivas reformas estructurales (energética, educativa y fiscal).

Si bien el horizonte se visualiza adverso, desfavorable y aberrante, considero que no hay tiempo para el desánimo y creo que la participación ciudadana es crucial para incidir favorablemente en el devenir histórico de un país que, en las últimas tres décadas, ha sido avasallado por las políticas absurdas de un modelo neoliberal que tristemente sigue vigente y que ha fracasado una y otra vez.

Pero contrario a lo que opinan respetados analistas de la realidad política del país y no obstante el desolador panorama que tenemos enfrente, me parece que todavía nos estamos derrotados. El sociólogo estadounidense Neil Smelser, en los años sesenta, desde la vertiente funcionalista aseveraba en su obra Teoría del comportamiento colectivo que siempre existen factores precipitantes que pueden detonar en grandes movimientos sociales que cuestionen y se enfrenten abiertamente a un sistema antidemocrático.[2]

YoSoy132-vs-Televisa-422x314Creo que esos factores precipitantes que ayudarán a movilizarnos y sacarnos de este marasmo llegarán de la misma soberbia e ignorancia de la clase política que menosprecia a la ciudadanía, pero sobre todo de la respuesta organizada de ésta. Recordemos cómo hace un año y medio, de la prepotencia príista se gestó el efímero movimiento Yo soy 132, que en varios momentos puso en jaque la campaña de Enrique Peña Nieto.

ratsY es que, ante la aprobación de la reforma energética, esas muestras de altanería e insolencia expresada en frases como las emitidas por el panista Gustavo Madero (“Lo político no es tema para los ciudadanos, les vale madre”) o del priista Manlio Fabio Beltrones (“Pese a hipócritas nacionalistas hay reforma”), estoy convencido que tarde que temprano sus errores harán reaccionar a la ciudadanía.  

De la izquierda partidista, creo que resulta estéril hablar, cuando esta fuerza está dividida, ausente, Miguel-Angel-Mancerapodrida en muchos sentidos; cuando los “chuchos perredistas” legitiman lo que ahora cuestionan; cuando sus grandes líderes, como  Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador (aunado a su inoportuno y muy lamentable infarto) no luchan en conjunto; cuando el jefe de gobierno, Miguel Ángel Mancera, más lejano a la izquierda que dice defender y más cercano al autoritarismo e ineficacia que representa, casi duplica el precio del boleto del metro ―lo que no solamente fue una afrenta para una sociedad golpeada económicamente, sino que su arbitraria decisión funcionó como un distractor ante la reforma energética―.

Ante este panorama, creo que las respuestas hay que buscarlas lejos de los partidos políticos, de sus principales representantes y de liderazgos mesiánicos. Simplemente no dan para más. Lo que debemos pugnar es por la creación de redes ciudadanas en la que cada sector de nuestra amorfa sociedad civil ―cada quien en su trinchera― confrontemos de manera pacífica e inteligente (lo subrayo) a un sistema político que nos mira desdeñosamente y exijamos a las autoridades el ejercicio responsable del poder en beneficio del país y no de las transnacionales o grupo empresariales mexicanos que se frotan las manos ante esta rapiña.  

imagesMLLX58OUHace unos días el actor Daniel Giménez Cacho, del colectivo El grito más fuerte, desde el espacio radiofónico de Carmen Aristegui (¿quién más que Carmen?), apoyado en el artículo 35 constitucional, forzó al presidente del PAN, Gustavo Madero a tomar en cuenta la figura de la Consulta ciudadana para revocar una iniciativa que afecta el interés nacional, y Madero, más obligado que convencido, tuvo que admitir que es un recurso totalmente válido y democrático.

Aunque el mundo está “Patas arriba”, como afirma con sensatez Eduardo Galeano, debemos invertir ese anómalo orden en donde Enrique Peña Nieto, quien evidenció su tragicómico nivel intelectual hace dos años en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, ahora es calificado como uno de los 100 pensadores globales y como el Líder del año en América Latina.

La respuesta está en el viento nos decía Bob Dylan, pero ahora la solución la tenemos enfrente y debemos materializarla los ciudadanos. La batalla apenas comienza… aún no estamos derrotados.

En el siguiente link se puede apreciar el pronunciamiento del colectivo El grito más fuerte:




[1] Revísese el muy sugerente análisis que a esta cinta hizo nuestra compañera Melissa.
[2] Neil Smelser, Teoría del comportamiento colectivo, México, Fondeo de Cultura Económica, 1995.