Alguna vez hubo un teléfono que generó  sentimientos  encontrados a toda una generación, yo crecí hablando  de él ante el temor de una Tercera Guerra Mundial:   el famoso «teléfono rojo».
Después de la crisis de  los misiles, provocada por la instalación de armas   nucleares por parte de Rusia en Cuba,   las  comunicaciones entre Estados  Unidos y la Unión Soviética fueron muy rígidas y al mismo tiempo lentas, considerándose este momento de máxima tensión de toda la Guerra Fría, lo que generó que se creara este aparato que unió a  la Casa Blanca con el Kremlin.
El 05 de abril de 1963, Nikita Jrushchov (Moscú) y John Kennedy (Washington D.C) inauguran una conexión directa que se convertiría en uno de los aparatos más conocidos de la historia.   El teléfono rojo, que en realidad era negro, unía los despachos de ambos líderes tras la dura crisis de los misiles que casi lleva al mundo a una Tercera Guerra Mundial.
El nombre del aparato se popularizó gracias a los medios de comunicación, pues esta línea más que un teléfono era un teletipo, es decir una conversación por escrito. Con el paso del tiempo, el teletipo se convirtió en una línea telefónica.  También fue todo un mito  el color, el cual no era rojo, pero de nueva cuenta a la prensa se le antojó que por su sentido de urgencia, éste debía tener ese color.
La fama y el mito de este teléfono alcanzó a la pantalla chica, al aparecer en la serie Batman al unir la Mansión Wayne con el comisario Gordon.
Por su parte, Stanley Kubrick también hizo de la vía de comunicación ruso-americana un icono, al realizar una comedia satírica de humor negro a la que titularía «Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb».