El domingo pasado cometí un resbalón cultural del que aún me sigo tratando de recuperar. Fui al cine comercial, aunque ese no es el problema fundamental, vi una película de terror. Uno sabe que cuando va a este tipo de cines no va a ver una gran película, pero si es de terror no hay esperanza. El filme que ví se llama El heredero del diablo, elementalmente la historia se trata de que una pareja de recién casados viaja a la República Dominicana donde la ser seducidos con entretenimiento barato, la mujer es embarazada en un ritual satánico en el que engendra al Anticristo; mientras el embarazo se desarrolla varios fenómenos paranormales ocurren alrededor de la pareja. La película es tediosa y los momentos de supuesto terror ocurren a menudo, la trama es simple y no es envolvente, la película es pobre. Yo recomiendo que en tiempos de adversidad, como en el que nos encontramos, es preferible ahorrarse el dinero y el tiempo que en bazofias de magnitud olímpica como ésta. Si usted gusta de ir con su pareja, y mientras ven la película no mete su mano en la falda o en sostén de su compañera, usted ha perdido su tiempo y dinero. No recuerdo desde El exorcista o La profecía películas de terror que fueran memorables. Probablemente esto suceda porque no soy afecto a este género, por otra parte es complicado que las películas de terror puedan situarse en la memoria colectiva desde que el género cinematográfico es un gusto adquirido o disfrutado por un sector aficionado al mismo. No creo que El heredero del diablo sea una película excelente para las personas que sean admiradoras del cine de terror. La medianía de esta «obra» me hace recordar que ir al cine convencional es un riesgo, pero, ver una película de terror en estos cines es la pérdida total. Si usted aprecia su dinero y su tiempo, por favor evite ver esta vergonzosa piltrafa.