Alexander Payne se ha caracterizado por hacer películas con mucha profundidad. En sus filmes existe un crecimiento en el desarrollo humano de sus protagonistas. Nebraska, que participó en la pasada edición del Festival de Cannes, no es la excepción. Woody Grant que vive en Billings, Montana, ha recibido por correspondencia un anuncio para la suscripción de revistas con una leyenda en la que dice que ha ganado un millón de dólares, sólo debe de recogerlo en algún lugar de Nebraska. En la primera secuencia, el viejo se encuentra caminando por la carretera completamente solo y con paso cansino, un sheriff lo recoje y lo lleva a la comisaría donde su hijo (Davey Grant), lo lleva de nuevo a casa. En estas escenas, el trabajo fotográfico es destacable, pues permite identificar que la clase media trabajadora de Estados Unidos no tiene los grandes poderes adquisitivos que presume. El retrato familiar en el hogar de los Grant es sencillo y muy común. En la casa la esposa de Woody, es una mujer menos joven que él, quien reprime a Woody por su escapada y por seguir su «premio». Tras varias explicaciones de Davey a Woody sobre esta correspondencia, Davey decide llevar a su padre hasta Nebraska para recoger el «premio» y así evitar más peligrosas escapadas del viejo. Durante el transcurso del viaje, Alexander Payne se luce mostrando una maravillosa fotografía y música, pues retrata con excelsa belleza los caminos desolados del centro de los Estados Unidos. El viaje parece ser un elemento constante en las películas de este gran director como también se puede identificar en Sideways (2004) y About Schmidt (2002).
Es probable que para Payne, el crecimiento humano venga acompañado del movimiento, el viaje como elemento de cambio. Durante su camino a Nebraska, Woody y su hijo hacen una parada en un pequeño poblado donde su hermano aún vive. El reencuentro familiar es aburrido, a pesar de la distancia y los años sin verse, sencillamente no hay nada que contar. En un poblado como ese, lo más interesante es beber. Woody dice que están de paso a Nebraska, donde recogerán su «premio» de un millón de dólares. Este evento, desencadenará otros en el poblado; familia, viejos amigos de juventud de Woody se verán involucrados en el interés que despierta que uno de ellos se haga millonario. Como era de esperarse, la lejana familia y amigos del pasado presionan a Davey para ser remunerados por viejas acciones, ayudas y préstamos. No obstante, no todo es molestia, pues existe gente con buenos deseos y recuerdos que harán más agradable esa estancia. En medio del acoso de los familiares y amigos de Woody, los primos de Davey roban el certificado que acredita a Woody Grant como el «ganador» de un millón de dólares. La noticia de que el viejo Grant no era millonario, corre rápidamente por todo el pueblo siendo víctima de burlas. Tras estos incidentes, Davey y Woody se sinceran, el viejo dice que el dinero es para él y sus hermanos, para dejarles algo.
Todo lo que desea Woody de ese dinero es comprar una camioneta y un compresor de aire. La salud del viejo recae, pero logra escapar del hospital y nuevamente es encontrado caminando hacia Nebraska, el hijo accede a llevarlo. Al llegar a donde se recoge el «premio», como es de esperarse no existe el millón de dólares, pero a cambio reciben una gorra y un cojín. De regreso a su ciudad de origen, Bellings, Montana, Davey decide comprarle a su papá una camioneta y un compresor de aire. Mientras vuelven, decide pasar por el viejo poblado, donde se encontraron a la vieja familia y los amigos. Woody maneja la camioneta nueva mostrándose orgulloso durante su paseo y ante el asombro de quienes se burlaron de él. La magia se hizo realidad…