Te colabas en mí
por cada una de mis ventanas.
A veces llegabas lento
pero intrépidamente llenabas mi mente.
De ti, me quise agarrar,
Pero… ¿quién puede agarrarse del viento,
de una idea que vuela,
que viene y que va,
que se esfuma repentinamente?.
Aprendí a percibir
lo que esparcías con tus llegadas,
pero me confundí
con el aroma del amor.
Eras un viento fugaz,
lo que traías, era sólo confusión.
Cuando más abría las rendijas,
cuanto más quería respirarte,
más evanescía tu olor.
Y cuando tuve la intención
de dejarme llevar,
de dejarme elevar;
dejaste de llegar.
Tuve que darme cuenta
de que yo era la esquina
en donde el viento se regresa,
el lugar en donde perdió su fuerza.
M.A.Z.