Hay instantes que duran cinco o seis segundos, en que, de pronto, se siente la   presencia de la armonía eterna (…) en esos cinco segundos vivo toda una vida y daría por ellos toda mi existencia, pues lo valen.                   Fiódor Dostoievski

Tan sólido como quien firme toma sus decisiones, repercute cuán activo efervescente y en suma construye una nube de espuma, contiene cierta seguridad pues mantiene la estabilidad ausente de todo monstruo, ofuscación y paranoia. Una pastilla para el dolor de cabeza, una pastilla para poder dormir, una pastilla para vivir y no morir, un comprimido para  la realidad y otro para la subjetividad: equilibrio -eso dicen- ¡ah, y una más! por sí las dudas.

Una justa dosificación mas las sombras andan al acecho, musitan voces mientras un cuerpo paralizado yace en medio de las noches, la glotis se relaja permite gozosa la ingesta: se irrita el intestino, se retuerce la tripa, se carcome el órgano, se desgasta la vida; pero cesan los cantos agobiantes, estremecedores y recurrentes. La convulsión viene después de un calor incesante; la frente, sudorosa; la ansiedad, contenida entre la nebulosa, lento, fijo, delicado y extraño, todo esclarecido, un cosmos tan tranquilo.

El médico dice: “No pasa nada, es parte de los efectos, es lo mejor para estar saludable”. Ignora los momentos en los que se vaga por la vida acompañado, no sabe de las nauseas mucho menos de insolaciones a la mañana siguiente; pero uno parece ser feliz cuando súbitamente huye el pretérito y se vive el presente, sin tirria, suplicio o agobio, simplemente todo permanece en su lugar.

Nuevamente la ansiedad sube por el cuerpo lentamente, hace fricción, se revuelca entre sabanas, de pronto, pero muy de pronto es convulsivo, alucinante, tambalea el cuerpo, el mundo es otro, se le ve animado, incitador, el olor es penetrante, el sabor delicado, los sonidos agudos, vivir así parece lo mejor; el doctor tiene la razón.

Se va la tristeza, la melancolía, el recuerdo nauseabundo; viene un florecimiento, la emanación de esa vida misma que crece a su ritmo, las luces, las voces, las risas ¡qué risas,  risotadas! El cuerpo se eleva, levita entre la mortalidad, intocables instantes y fugaces momentos.

Se alborota el cabello, se pinta los labios de rojo, muy llamativos a decir verdad, se viste guapa, me visto como nunca,  deja los hombros al descubierto, el vestido le llega hasta la rodilla, enseña  un poco de “esto y el otro”, realmente, todo un alboroto, ojos grandes y robustos, como faros que guían por su luminiscencia, viento que acicala aquella imagen a plena orilla, civilización, juega con ellos, con el brillo de estos, envuelve y manipula.

Uno… dos… tres: La noche se fue, fugaz ¡bienllegada pálida realidad! ¿Qué hago aquí, dónde estoy, quién es él, y mis pastillas para poder volar, para olvidar, para no tener pudor, para ignorar, correr, gritar, brincar, para ser? Frío repentino, alguien me persigue, no consigo ubicarle, lleva horas a mis espaldas, en ocasiones a un costado, entre luces desaparece, sombra bendita, la dulce compañía, la guardia y retaguardia.

Uno…dos… tres: La danza nocturna, el cuerpo ligero, el espectáculo perfecto, la reina del universo, el epicentro de las miradas pérdidas entre las líneas del cuerpo, la oferta perfecta, la apuesta y el secreto de acceso para el mejor postor.

Uno… dos… tres: ¿Qué pasó ayer, por qué siento esta tormenta, por qué el cuerpo me pica, qué es este lugar?

Uno… dos…  tres: Con el dedo apuntando en medio de la carretera en busca de un aventón, de la aventura perfecta, de la perdición, del espiral sin fondo y sin razón, las luces se encienden, la noche es joven, un gramo de aquello blanco y una tarjeta plastificada que responsablemente utilizo, un jalón perecedero, un momento eterno, entre todo y nada, no importa este cosmos es mío.

Uno…  dos…  tres: Bang, bang, dissapear! Una luz en el fondo me llama, un pasillo exhaustivo por recorrer me aguarda, una luz eterna e infinita, la luz de la vida, la luz sin pastillas, la luz que es noches y días, la luz sin memoria, la luz sin derrames, la luz, esa luz, la luz de las libertades infinitas y seducciones finitas.