Vociferación, cismo ululante, al parecer obsceno e insoportable.

L.F.C.

Se agita dentro del seno, órgano carnoso, debajo de éste orbitan incesantes las palabras; es el protagonista de quien precipitado y sin gobierno atesora un peculiar carácter, de su lengua surge conducción, incesante, flagrante y flamante, se desbordan series ilimitadas de códigos, paraliza el asombro de los sordos mientras el impávido sigiloso no se deja envolver por el estupor, brillan y resplandecen las miradas a cada carcajada mas el consiente a caballo cabalga.

Las líneas marcan el contorno, toman forma respecto a la indicación, una posición especifica cada vez que de su boca escapan palabras, esos labios gruesos de los que emana una tierna textura, de vez en cuando un extraño discurso fluye tan tentativo y envolvente que mil cabezas en ellos se pierden, inevitables instantes pues lubrica y coge aire para continuar, de los labios el gusto presupone, un sinhueso con dominio yace.

Rodeada, empapada, cubierta, revestida: la palabra. Ésta, tiembla, conlleva a asombrosas vibraciones las cueles se propagan cada vez que se le pronuncia, además resuenan en medio de la audición, una constante reiteración de la primera silaba azotada en la testa. Seguro  tartamudea el vacilante por un impulso dominado (miedo) aunque entre sueños se condensa la fluidez, inalterable e intachable, embellecida y aplaudida  la voz del Mesías. Lexía que devuelve la memoria, pinta en ellos la imagen perfecta, desarrolla, describe, simplemente mantiene al adepto.

Ornamento de la angustia, despabilas de instante a instante cuan reacción ante el cuerpo acomplejado y desmoralizado se ha tumbado en mundos abismales, de males gigantesco viene nauseabundo por la ingesta, demanda digestión de una serie devoradora en la acentuación de la oralidad, desde fuera la amenaza corroe acompañada de deformaciones forzosas y a su vez alucinantes.

Saturno Butto

Saturno Butto

Pasiones agitadas, vehemencia en venganza inspiran; precipitan la cópula sutil del alma al alma, equívocos gemidos en  busca de salvación, la primera instancia solemne, preferentes las ofertas,  hacen de los mortales el arrebato correcto, demasiado pronto de figuras el mundo aprende, un trono eclipsado por el poder, un mundo que desaparece y desde los pies fulminantes responsabilidades caen, el gusto del precepto a moverse, desaniman pronto las verdades, se avecina el  desencanto.

De nuestras capillas irradian pisos emperifollados, santos de plata; la miseria vaga con rabia, la enfermedad se reproduce y la impunidad parece sagrada, piedades a cambio de alabanzas, terrazas llanas de donde se profiere dicción, elogio para quien fabricase toda esperanza, resguardan plegarias, bóvedas cósmicas y torres celestes, arcos tremendos la lengua forma,  hacen de la noche una cosa tremenda y las ventanas un rayo de reconciliación en nombre del verbo avivan la gloria; pero ahora ninguna alegría divina por inmaculada que sea evade los rasgones continuos que someten la naturaleza entorpecida de cada muletilla.

P.A.U