Traducción, J. Fontcuberta

Traducción, J. Fontcuberta

Yo, no me atrevería afirmar que la escritura sea una salvación. Me repito esta frase en el resto del día, intentando averiguar por qué me niego a creerla. Son las seis y quince de la tarde. Pienso en el suicidio de Ernest Heminway, de Sándor Márai, de Alejandra Pizarnik; pienso también en la locura de Gógol, en la tristeza de Turguénev. Miro sus rostros y no imagino a ninguno de ellos escribiendo por voluntad. Tal vez sí mirando el cielo, como yo ahora. Son las seis treinta y cinco.  Alguien llama al teléfono.

Me cuenta un amigo que, estando en una de las mejores playas de Portugal, decide seguir  aprendiendo portugués, pero sin sentirse tan lejos de casa. Me pregunta si conozco algún escritor brasileño. Yo le digo que sí, pero no le doy nombres. Prefiero decirle algo más romántico, algo más ¿devastador?

-Stefan Zweig, el escritor austriaco, ¿te acuerdas? En Petrópolis, se suicidó a los 60 años junto con su esposa Charlotte Altman. Los dos se aventaron al río.

– Antes me habías dicho que fueron pastillas. Y sí, sí sé quién es. ¿Tiene un libro sobre Montaigne, cierto?

– Sí. Él mismo. ¿Tú no te aventarás al río verdad?

– el fin de semana me lanzo a Río de Janeiro.

La llamada se cortó cuando las preguntas se volvían interesantes: si esta noche olvidaras todo, ¿cuál sería el libro que te recordara quién eres? Las horas pasaron y yo no podía decidir qué libro llevarme. Si al fin, la escritura no salva a nadie, probablemente un libro tampoco. Sin embargo, la literatura llegó a mi vida para diferenciar entre una pregunta y una respuesta.

Amok (1922) es el cuento con el que titula, Stefan Zweig, su antología: relatos  donde habitan personajes abrazados por el dolor y la desesperación, el vacío y el fracaso. Algunos deciden  suicidarse, otros se dejan arrastrar por la locura. “¿Amok? Creo recordar que trata de…una especie de embriaguez entre los malayos.

 – Es más que una embriagues…, es una locura, una especie de rabia humana, una ataque de monomanía insensata que no se puede comparar con ninguna intoxicación alcohólica.”

El cuento de Stefan Zweig, resulta ser muy “cinematográfico”. Lo puedo recordar como si hubiera visto una película, o mejor aún, como si yo hubiera sido el testigo. Amok cuenta la historia de cómo un médico, al truncar su carrera por una mujer, acepta una oferta de trabajo por diez años fuera de su país. Lejos de todos los placeres de la ciudad, se ve obligado a volverse solitario. En su tiempo libre estudia sobre el entorno, las enfermedades que acechan a los habitantes de la región y de vez en cuando, se entrega a la lectura de algunos temas clásicos. Sabe y conoce de cerca las enfermedades tropicales, entre ellas,  amok. Un día, recibe una visita: una mujer. Su deseo animal lo traiciona. Ella lo rechaza y él decide seguirla hasta el final.

Si alguna vez puedo olvidarlo todo, este libro me recordará, de la manera más desgarradora (sin perder la elegancia) lo que  pasa dentro y fuera de mí.