¡Gloria a la mar!

¡Gloria a sus ondas rodeadas de fuego sagrado!

(…)

¡Gloria al fuego!

¡Gloria a la extraña aventura!

J. W.  von Goethe

Redondos finos, fijos tersos, erectos tibios, pezones miel, sabores bien, acuoso el líquido descendido de la mama, ingesta; paladear, sorbos «auxiliados” por el perímetro de la boca, descendido en torno al contorno, figura vistoso, amamanta, lacta, lubrica, apacigua la demanda, ciñe cuan ojos débiles permiten ser penetrados, seduciendo al lucido e impávido colorido, se desvanece paulatinamente la sed, cesa el hambre, la ansiedad, advienen infinitas conexiones, se torna rígido el futuro destete, torrentes envasados, resguardo de sabores sutiles, delicados, bohemios, explosivos, probablemente ácidos, probablemente dulces.

Hinchados rojos los labios seductores, uno de los elementos verbales, reviste montañas con sedas prolongadas, robustece a gustos las captaciones advenidas entre el estruendoso eco que engalana la construcción fina de cada una de las articulaciones, sustancias alucinantes de inagotables contenidos; contenidos en cada una de las oraciones rimbombantes, de contrapesos escozores paulatinamente la intemperie expone a vacilaciones.

Goteos, conductos, naturales e insuperables, opacados, eliminados, recriminados; por otra; apremiantes, oportunos, glorificantes,  manifestaciones pertinentes; el mundo quizás a acciones tache; a creencias “realidades” germinan, suciedades en destierros precipitan, aislamientos a continuas purificaciones, manchas inevitables, aflicciones divinas. A expensas de contextos y tiempos los mitos revolucionan, transforman, abyectas consecuencias, delicados y alabados productos, nuevamente, de validez a rigurosidad según las consideraciones y condiciones.

Caja amplia, caderas anchas, nalgas espesas, vientre fresco, a tiempo líneas signan un confín, pues a cambios la piel se somete, delicada dulce a su gusto, amarga para el disgusto, la tendencia idealizada; también, la creencia tradicional revestida por remotos lugares; abundante, fructífera, fértil, danzas en nombres de la misma, de venias a tributos, resplandecientes y alabados nacimientos en algunos otros rincones.

Ruborizados pómulos de carne; cuan rojo fruto del manzano cuelga, edénicos jugosos, tentadores carnosos, como algodones azucarados, desciende el color al ritmo de la ambientación, de ida y regreso, de los cielos a infernales cavidades. Serpentea por los suelos, a distancia el sonido surgido crepita en frágiles oídos, conexión incidental, de pretéritos y convivencias marchitas con el pasar del tiempo, terquedades incontrolables, insistencias removiendo constantemente la testa de aquella, testaruda; fálicas adjudicaciones, diagnósticos a hechos, superaciones a nuevas experiencias, de calificativos, etiquetas, mitos y leyendas, sobre hombros y constantes reiteraciones, agudas e implantadas remembranzas, torsión, a contracorriente, deseos cosechados en reivindicaciones probables.

P. A. U.