Sutil aullido de mi voz,
sutil quebranto, pausa quemante,
se aniquila una palabra errante.
Una caricia afilada,
una noche suicida
que se rehúsa a terminar
abrazada a tus rodillas,
y prefiere deslizarse a gatas.
Quisiera contarte que hoy
amanecí sin acordarme de tu voz,
que tu aroma ya no me toma por sorpresa,
que tu recuerdo ya no me besa…
sinceramente quisiera decirte que es así.
Si no fuera porque tienes ese don,
esa facilidad de no quedarte nunca
pero siempre estar.
Déjame un beso cobarde
y échate a correr.
Intenté no mirarte,
intenté no imaginar
pero vagué por todas tus palabras
y me atraparon leves acordes susurrantes.
Llegas para tocar sin tocarme,
te extiendes por mi piel
y te vuelves aire.
Entras por los poros de mi piel,
te fundes con mi sangre,
circulando por ahí, creando
serenidad inquietante.
Te besé sin besarte
y te abracé para siempre
porque me impregnas
de tu dulce y ligera armonía
que me basta y es suficiente
para sonreírle a la vida
y a donde vaya, llevarte presente.
M.A.Z.