Sus palabras, más bien,

derramaban tinta (hacen agua)

cortan cabezas.

John  Kraniauskas

Cosmos a visión, sensaciones y percepción, células emergen empapadas de energía, incentivan reacciones, sabores, colores, magnitudes, éstas, en ocasiones internas; silencios en las entrañas aterrizan, náuseas, bochornos; u otras veces externas, goteos profundos, molestias espontaneas: umbrales, no precisamente devastadores. Campos infinitos y definidos, contexto: figura a espacios, amplios caminos. Embriaguez de la luna y las estrellas, de tiempos ajenos, de tiempos aquellos, esos repetitivamente necios, seriamente espontáneos, escandalosos incontrolables, estruendosos e involuntarios. Desenvuelta visión: distorsiones infinitas a lo largo de la coleta: amarrada, apretada, delineada, estructurada, simplemente ajustada. Tejedora de ideas, no menos alejada de ornamentales ensoñaciones; espulga y sabrás.

Muchos, pocos, esos, ellos, aquellos, él, ella, esa, etc.; un plural que se torna singular, un peculiar a una completa muchedumbre, de pequeño a grande y viceversa, de final a principio, intenso el suspenso, climática la escena construida y posteriormente destruida; aunque, nuevamente reconstruida, de principios típicos y finales predeterminados o de excéntricos y locas introducciones, de mil fragmentos, de nada que es todo, similitudes, comparaciones; pero también excepciones, encantos y gustos cubiertos, variedades, muchas, en sí, para “todo” tipo de pupilas.

Eco en medio de cada una de las palabras, estruendos en cada una de las vocalizaciones, impresiones por cada asimilación, engrandecimiento a gusto y aceptación; decreciente por flagelación, es eso o aquello entre dos, un múltiplo y es esa, soy yo. Solemnes instantes, vientos constantes; noches simples, simples noches, atesoradas como el justo botín preparado para estos instantes, fugaces palpitaciones, evaporaciones constantes, no retribuyen acciones, tan sólo toman la dirección de los rincones.  Llaman a la razón, justo el minuto de reflexión. Se rompió, lo rompí, tan pronto como la orina del cuerpo precipita, tan pronto como late el corazón, sin razón, mucho menos justificación.

Rebuscados, complejos, enriquecen el léxico, excitan al filólogo, complacen, contribuyen, fructifican; también, miles de lenguas transitan en medio de hojas, de jergas a costumbres, tradiciones, épocas, contextos; es el recuerdo de los más significativos vestigios, testigo de las más antiguas confesiones, el contenido etéreo de mil y un silencios, el seno que resguarda profundos pensamientos, el compilado de infinitas y trascendentales teorías, resguarda memorias, acoge emociones, cobija sensaciones.

A reflexión la percepción, a sensación la descripción, paisajes matizados según la determinación. Colores, olores, sabores, sonidos, texturas, órganos activos y dispuestos hacía éstos, cada quien, con su cada cual. De mundos a visiones; otros mundos son permeables, en aspecto de quien ajeno vaga por su medio, pues una cara, una persona, una persona, un mundo. Motivados a instintos y necesidades, procesos y razonamientos, a viento e inclusive en contra marea. Torsiones, alucinaciones, estados alterados de conciencia, destellos y vuelos, caminos y huellas, nuevamente captación. Un sinfín para un fin, explicación, deducción, análisis. Un telón a escenario, actores a conjugaciones.

Lo inevitable, compulsivo y obsesivo, lo vivaz, lo penetrante, profundo, prolongado; el arte: un matiz, la figura y escultura, la pasión: un gran amor, la fluidez de lo natural, el recorrer de la tinta a cada trazo, una vocal, una consonante, una consonante, una vocal; el orden, sin relevancia para el mundo de los descabellados; detalles, de la peculiaridad, de estilo y creatividad; pues a sentidos la vida misma sabe de abstracciones; aunque, siempre con su sentido, significado y entender de sí; se desciende y haciende, se va y se viene de un lado a otro, de aquí a allá y viceversa cuando el mundo es poseído por el mundo de las letras acompañados de tinta, una hoja y las ganas de “expulsar” el en sí y para sí.

P. A. U.