Jorge Alberto Rivero Mora
Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos…
Eduardo Galeano
Por diferentes motivos todos tenemos referentes de vida que nos acercan e identifican con una determinada institución. En el caso de un servidor si de algo me he enorgullecido siempre es de mi formación profesional en la Universidad Autónoma Metropolitana. Así a lo largo de mi estancia en la UAM-Azcapotzalco (Licenciatura, Maestría, Doctorado y ahora como profesor visitante) he forjado un profundo cariño y sentido identitario hacia mi universidad.
Por lo antes descrito, en lo personal me duele la situación de Paro Indefinido que las Unidades Azcapotzalco y Xochimilco mantienen desde el pasado 6 de julio. Razones hay varias, unas de orden estructural como consecuencia de las decisiones de un gobierno federal insensible e ignorante que impone con violencia un modelo económico que ha demostrado su fracaso y que ataca con dureza a la educación pública en todos sus niveles, a través de Reformas laborales disfrazadas de educativas y de recortes presupuestales que han impactado a nuestra Casa de Estudios.
Pero también existen razones internas que se deben analizar, por mencionar algunas, la errática comunicación y poca claridad en la transparencia de los recursos de la institución por parte del rector general y de las autoridades universitarias, así como la tardanza para enfrentar este conflicto lo que derivó que un problema de estudiantes rechazados del programa de becas de movilidad de la UAM se convirtiera en un legítimo movimiento estudiantil que hasta la fecha permanece y que involucra a toda la comunidad universitaria (estudiantes, académicos, trabajadores, administrativos y Sindicato).
Actualmente, el movimiento estudiantil a través de la Asamblea General Universitaria exige el cumplimiento de su pliego petitorio de 8 puntos[1] que hasta la fecha se ha atendido pero no resuelto. Y me parece que en este momento hemos entrado a un etapa en que las partes deben ser conscientes y sensibles en anteponer sus antagonismos en favor de la UAM y de la comunidad universitaria y entender que si bien nuestro lema es “Casa abierta al tiempo” a este último lo tenemos en contra y por lo tanto debemos actuar también como una “Casa abierta al diálogo, a la inclusión, a la crítica y al respeto”.
En este sentido, en la última mesa de diálogo la tardanza del rector general en dialogar con la Asamblea General Universitaria y la postura despectiva y arrogante de alguna de las autoridades hacia los estudiantes, así como el apasionamiento y visceralidad de los jóvenes para negociar y a veces la desinformación en sus demandas (como el punto de los sueldos vitalicios), ha empantanado un asunto que desde el sentido común (el menos común de los sentidos) se pudo haber resuelto con celeridad desde la primera mesa de diálogo si hubiera realmente voluntad de las partes. Por ejemplo hay puntos del pliego que no se han resuelto sino sólo pospuesto o suspendido (como hizo el rector con el tema de los Acuerdos 09/16 y 10/16) sin discutirlo primeramente con sus interlocutores.
Por lo tanto, lejos de ser conciliadora, la última mesa de diálogo se volvió tirante y el «comunicado exprés» de las autoridades al final del evento, lejos de favorecer la concordia lamentablemente alentó un enojo mayor de varios sectores en contra de los estudiantes paristas por «romper» la negociación. Y es que en este conflicto hay un asunto que nos debe preocupar a todos: la construcción mediática negativa (lamentablemente multiplicada en las redes sociales y por numerosos comunicados) en contra de los estudiantes que eligieron el Paro indefinido como medida de presión extrema.
Entiendo que algunos comunicados de autoridades y colegas buscan abonar en favor de la apertura de las instalaciones (hay algunos muy conciliadores como el elaborado por el Rector de la UAM-Azcapotzalco que reconoce la mala negociación de las autoridades o su apoyo para la abrogación de los Acuerdos 09/16 y 10/16) pero existen pronunciamientos que atacan con dureza al movimiento estudiantil, y lo que no detectan u omiten es que también colaboran a estigmatizar a los compañeros como una “bola de chairos huevones” y dejan en la opinión pública la imagen que son los estudiantes los “reventadores” del diálogo, cuando también las autoridades se han resistido, a veces con intolerancia, a resolver en su totalidad su pliego petitorio.
Quiero dejar claro que en lo personal no comparto la postura del Paro indefinido del movimiento estudiantil porque estas medidas en vez de incluir a la comunidad universitaria la alejan por esta carga de rencor acumulada con paros o huelgas estudiantiles del pasado y porque creo que antes de tomar una decisión de estas características se debe exigir a las instancias colegiadas que hagan su chamba y que asuman su responsabilidad y eviten precisamente estas eventualidades.
En este orden de ideas si bien soy un total convencido que la razón asiste al movimiento estudiantil y la defensa de su causa le otorga una amplia legitimidad, creo que los muchachos deben explorar otras rutas de acción como un “Paro activo” o abrir las instalaciones (para demostrar su voluntad de solución del conflicto) y mantener con el Rector General y las autoridades universitarias las mesas de diálogo de carácter público y resolutivo, y con ello estoy seguro de que alcanzarían un nutrido apoyo de la comunidad universitaria hacia sus justas demandas.
En resumen por este medio expreso mi deseo que el rector general y las autoridades universitarias asuman su responsabilidad histórica en este momento trascendental y que el próximo sábado 16 de julio (y todas las veces que sean necesarias) dialoguen con los estudiantes que no piden cosas imposibles sino sensatas. A los estudiantes paristas les pediría flexibilizar su postura respecto al paro indefinido que mantienen y seguir su batalla (nuestra batalla porque nos incumbe a todos) con las instalaciones abiertas y de este modo evitar que se siga alimentando en contra de ustedes esta censurable animadversión. Y al resto de la comunidad universitaria que trabajemos más allá de intereses individuales y posturas egoístas y alentemos la concordia y no la división y la intolerancia porque éstas nos acercan a formas distintas de violencia que siempre debemos reprobar.
Esta lucha es por la UAM, pero también por la defensa de la Universidad Pública, por la transparencia y por la rendición de cuentas en un país poco acostumbrado a ello. Es un combate en favor de los valores del grito de lucha de una institución Digna, Libre y Soberana. Es importante subrayar que la tarea no es sólo de un movimiento estudiantil que a muchos nos abrió los ojos, sino de toda una comunidad universitaria que debe asumir sus particulares responsabilidades en favor de nuestra UAM para que esta reasuma su liderazgo en cuestiones sustanciales del desarrollo de un país que merece un mejor destino.