México, país mágico y místico,
de espejismos luminosos y vacuos
que engañan el visitante y el artista,
que engatusan los sentidos con sus bailes y cantos.
México, tierra de fiesta, el luto y guerrilla conglomerado de fachadas impuestas;
de batallas, esperanzas y logros
-que no son sino fantasmas de fe-
Amantes siempre de lo ajeno
mientras vuelves la mirada ante tu desgracia.
México, pueblo de resistencia, llanto y sudor.
Gente que lucha consigo mismo para adaptarse a una vida que le saben a nada.
Personas que viven de humo, agave y fútbol – para sobrellevar la situación -.
México, patria desgarrada y ultrajada
por aquellos que te nombran, envician, ensucian.
Patria remendada por manos ensangrentadas,
que no hacen más que hilvanar retazos de fe; de lo que un día fue.
México, fatídico y fétido,
que me dueles en la pálida almendra de la mano,
que me retumbas en el alma desilusionada,
que me ardes en el pecho baleado.
México, cómico, trágico y perdido
al pensar que tienes futuro,
al percibir una ráfaga de furia
y sentir que todo está olvidado.
México, 7 veces México
porque 7 veces a la semana escucho el himno nacional,
durante 7 ocasiones siento el fulgor y el coraje en mi pecho,
pero conozco la frustración del fracaso
y la amargura de la derrota absoluta
dentro de un mundo tan real como onírico,
tan puro como corrosivo,
tan taciturno y contradictorio,
que decides rendirte al que te destruye.
México, mi México;
mi tierra, mi pueblo, mi patria…
Mi lucha continúa
aunque tú…
…tú me des la espalda.