Y me encuentro otra vez en la cama, intentando dormir; no sé si ya  estoy dormido o continúo despierto, pienso que duermo  y por eso no abro los ojos, sin embargo me siento despierto. Trato de encontrarle sentido a lo que pienso, pero no lo logro; rondan en mi mente pláticas que jamás tuve, o que por lo menos no recuerdo haberlas tenido. Son conversaciones incluso con gente que según yo, no conozco. Y si no son conversaciones, son momentos, momentos que de día no recuerdo.

Y de repente se viene a mi mente el viaje que realicé ayer en el metro, donde más que transporte público, parece un tianguis, donde no sólo venden chucherías, sino también ideología; y justo ayer me encontré con el predicador que dice que México debería sufrir como ahora lo hace Haití, porque el país se encuentra  lleno de personas corruptas, y no creo que se equivoque respecto a lo de las personas corruptas, y dice que lo peor de todo es que cada día hay más homosexuales, que esas personas no merecen el perdón de Dios. Me reí, pues pensé que era una vil tontería, el predicador me vio y me dijo que no podía reírme de Dios y que él, el predicador, conocía todos mis secretos, puesto que conocía a Dios y se marchó; yo le grité que me los contara, que quería oírlos, se acercó a mí, me miró a los ojos y me dijo – Dios te hizo hombre- y se retiró. Realmente no logré comprender lo que quiso decir. Y ahora, entre que no sé si estoy dormido o despierto, ese “Dios te hizo hombre” da vueltas por mi cabeza, trato de encontrarle sentido, de verdad, pero me doy cuenta que el predicador era tonto o estaba loco.

Por fin cuando pienso que podré dormir, puesto que ya no hay nada que ocupe mis pensamientos, recuerdo las conversaciones que escuché camino a casa, y las escuché, no porque me las vinieran contando a mí, sino que el metro se atasca y es inevitable estar cerca de las demás personas y escuchar lo que dicen, recuerdo que unos señores de unos 40 o 50 años estaban enojados, soltando palabrotas y comentarios en tono colérico, ¿la razón? Bueno, la razón es sencilla, estaban molestos porque la selección de fútbol perdió y si no hubiera sido por Estados Unidos, México se hubiera perdido la última oportunidad de ir al mundial. También  recuerdo la plática de las señoras que se sentían tristes porque la novela ya se iba a acabar, y la de los niños que sólo pensaban en llegar a sus casas para poder jugar GTA V.

No es la primera vez que duermo y sueño así, y al despertarme me siento más cansado que un guadalupano que viaja de rodillas desde su pueblo hasta la basílica; pero no creo que sea mi culpa, más bien no sé si alguien tenga la culpa, pero en una ciudad donde hay más puntos de venta de marihuana que librerías, y más policías corruptos que personas que te desean un buen día,  dirigentes en las universidades  que si no estás de acuerdo con ellos te tiran de fascista, personas que se aman en Facebook y de frente ni se miran,  medios de comunicación que te mienten todo el día, una ciudad donde las personas ya no son personas sino mercancías y donde la vida en sí se ha vuelto una telenovela de Televisa, no se me hace extraño que tenga estas noches y sueños horrorosos.

Y estas noches, mis noches, van y vienen, vienen y van, y de tanto que lo hacen, quisiera que un día fueran y no regresaran…