Cuando uno envejece, esa habilidad, de recordar momentos que por años se escondieron en la mente, se le desarrolla a uno.

Hoy, a mis setenta y nueve años,  sin hijos y mucho menos esposa; hay un recuerdo que me persigue, me persigue y a veces me logra atrapar. Cuando eso pasa soy feliz y lloro; no sé si lloro porque no puedo regresar el tiempo y volver a vivir ese recuerdo o por la belleza de éste.

Cuando era un pequeño de 10 años, conocí a Isabela, una niña morena, de ojos verdes, una sonrisa de esas que al verlas te hacen feliz;  creo que jamás he vuelto a conocer a alguien con estas características. Era mi vecina, jugábamos casi todos los días, íbamos al parque de la esquina, a columpiarnos o a aventarnos de la resbaladilla; claro que no íbamos solos, nos acompañaba su mamá, la señora Dolores. Ella, la señora Dolores siempre fue muy buena conmigo, y sus guisos, dios, eran tan ricos. De vez en cuando Isa iba mi casa a ver la tele, pues ella no tenía en su casa, verdaderamente disfrutaba de su compañía. Era feliz sin saber que lo era…

Un día, el día más feliz que  he tenido, entre las bromas y los juegos, ella me dijo que si la quería, no sé en qué pensaba ella, porque yo no estaba seguro que significaba querer a alguien, nunca me había puesto a pensar en eso, pero instintivamente dije que sí, a lo que ella me dijo que los que se querían se besaban; tal vez vio una escena similar entre sus padres, o en algún librillo, pero pues al final de cuentas nos besamos.

Fue un beso de niños de diez años, un beso donde nuestros labios apenas se tocaron, pero dentro de nosotros algo se tocó, ella fue mía y yo de ella con tan sólo un rose de labios, nos hicimos el amor, en ese momento no lo supe, claro está, pero con el paso de los años me fui dando cuenta de que eso fue lo que pasó, porque jamás en la vida sentí  ni viví algo similar.

Al mes, ella dejó el pueblo con su familia. Se fueron a Chicago de mojados, y hasta la fecha no he sabido nada de ella, y nada me gustaría más que volver a mirar esos ojos verdes, decirle que sólo con ella he hecho el amor. Pero sé que es imposible, tal vez ella esté muerta, tal vez nunca regresó a México, tal vez no se acuerde de mí, y eso no lo podría soportar; prefiero pensar que ella se acuerda de mí, como yo de ella. 

Como se los dije antes. A pesar de que a lo largo de mi vida estuve con muchas mujeres, jamás volví a hacer el amor, y espero que Isa tampoco…